Hansel y Gretel: Cazadores de brujas

Hansel y Gretel: Cazadores de brujas: Muerte a las brujas

Wirkola ha rodado un videojuego en el que, en lugar de disparar a zombis o a monstruos mutantes, el objetivo son brujas.  

Como todos los niños saben -tal vez ya no-, Hansel y Gretel estuvieron a punto de morir devorados por una perversa bruja, pero al final se salvaron, matando a la vieja. La historia que nos llega de manos del  noruego Tommy Wirkola (Zombis nazis), juega con la idea ¿qué ocurrió después? En teoría -según los hermanos Grimm- los niños se reunieron con su padre y fueron ricos y felices; según Wirkola, le tomaron gusto a aquello de matar brujas.

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No es una mala idea imaginar que esta pareja se dedique profesionalmente a cazar brujas, especialmente tras un inicio tan prometedor a una temprana edad. Lo que sí está mal es no desarrollar esa idea. Para Wirkola lo que debería ser el inicio de la historia se convierte en «toda» la historia; Hansel y Gretel son una despiadada pareja de asesinos de brujas, llegan, matan, y se van a otros lugares a seguir matando. Y lo hacen de una forma tan brutal que las simpatías del público irían hacia las brujas, si no las pintaran horrorosas.

Es evidente que Wirkola ha rodado un videojuego en el que en lugar de disparar a zombis o a monstruos mutantes el objetivo son brujas, y que todo el arte que posee lo ha dedicado a efectos especiales, es decir, mutilaciones y sangre. La cosa le funcionó con los Zombis nazis, allí estaba justificado; no así con Hansel y Gretel: Cazadores de brujas, y tanto ellos como los hermanos Grimm merecían mejor tratamiento. Y lo mismo puede decirse de un reparto solvente y desaprovechado, que hace lo que puede por dar vida a una historia que no la tiene.

Parece que Wirkola cree que el público joven sólo quiere acción y muertos, y eso es todo lo que da, una ininterrumpida y agotadora serie de peleas, sustos y saltos, con algún chiste malo para dar el inevitable «toque de humor»; espero que se equivoque y que el público lamente la falta de historia y la falta de vida de sus personajes, que han cambiado el alma por un par de chistes, un breve escarceo erótico y una espectacular batería de aparatos ultramodernos estilo retro, armas modernas con diseño arcaico como las de aquel otro quiero y no puedo llamado Van Helsing.