Infancia clandestina: Huir no es vivir

Benjamín Ávila  se estrena en el largo con una historia sobre Montoneros que representa a Argentina en los Oscar y en los Goya. 

Para ser una opera prima hay que reconocer que Benjamín Ávila (Buenos Aires,1972) sabe fijarse en detalles, dar vida a escenas en las que hay mucho silencio, miradas, miedo… Los actores están muy convincentes como personas corrientes que intentan tener artificiales momentos de felicidad cotidiana en medio de una tensión que se corta. La familia del niño protagonista vuelve clandestinamente a Argentina con la idea de consolidar una fuerza de oposición paramilitar que haga tambalearse a la dictadura.

Hay demasiadas películas notables sobre este argumento: La historia oficial (Oscar a la mejor película en lengua no inglesa para Puenzo en 1985) o las coproducciones hispano-argentinas Kamchatka, de Marcelo Piñeyro, y Un lugar en el mundo, de Adolfo Aristarain.  Infancia clandestina se queda a medio camino. Sin llegar al ridículo de Imagining Argentina, esta primera película de Benjamín Ávila no llega a dar con el tono emocional y el ritmo narrativo. Se notan las dudas en un final sin intensidad, en la morosidad de muchas secuencias, en la inserción de animación a lo Tarantino que rompe con el tono de la película.

El resultado final es una película veraz, bien interpretada pero demasiado lenta para contar una adolescencia «en fuga» que recuerda a la olvidada película de Sidney Lumet, Un lugar en ninguna parte, por la que un jovencísimo River Phoenix (tenía entonces 18 años), fue nominado al Oscar a mejor actor secundario en 1989.

Ficha Técnica

  • Fotografía: Iván Gierasinchuk
  • Montaje: Gustavo Giani
  • Música: Marta Roca Alonso, Pedro Onetto
  • País: España/Argentina/Brasil
  • Año: 2012
  • Distribuidora: Wanda
  • Duración: 110 minutos
  • Público adecuado: Mayores de 16 años
  • Estreno: 21/12/2012.

 

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