Parker

Parker: Ni una línea, ni un gesto

Película de acción repleta de clichés mal rodados y peor montados. 

Parker, criminal sin nombre de pila, vive por y para las reglas: no robar a pobres, no herir a inocentes, cumplir lo pactado. En la aventura presente descubrimos que alguien se la juega y a él, otra regla suya, no se la juega nadie.

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En una de sus divertidas actuaciones Les Luthiers decían -cito de memoria- «la falta de talento no ocasionó obras mediocres; ¿cuál fue la causa entonces?»

Creo que hay que hacerse esa pregunta en el caso presente: desde hace nueve años no vemos una película de Taylor Hackford, que tiene a sus espaldas obras como Ray, Oficial y Caballero y Noches de sol; el guión está basado en una novela de Donald E. Westlake, que ha inspirado películas importantes, y lo firma J.McLaughlin (Cisne negro); finalmente Statham es el tipo ideal para encarnar a Parker. Volvemos a la pregunta ¿por qué el resultado es tan decepcionante?

La dirección revela que Hackford no tenía que haber salido de su retiro, o al menos no dedicarse al cine de acción. Arranque rápido, núcleo soporífero, desenlace infantil (pocas veces hemos visto robos tan malos y ridículos), escenas de acción que carecen de la misma y un personaje principal mal dibujado (que le tenga que decir esto a Statham, que sólo tiene que repetir el personaje de siempre revela una extraordinaria falta de motivación).

Y en ese batiburrillo mal concertado aparece Jennifer Lopez, con cara de “¿qué hago en esta película?” ¿Quién tuvo la idea de convertirla en una pobre proletaria, que cuida de su insoportable y anciana madre, y a la que se niega injustamente toda posibilidad de mejorar en la vida, dispuesta a convertirse en criminal a la primera de cambio?

Pero ni ella, ni Parker, ni el público se creen ni una línea, ni un gesto.