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Expiación: más allá de la pasión

Joe Wright se luce con una poderosa adaptación de la novela del inglés Ian McEwan, un drama demoledor sobre los efectos de la mentira

Expiación: más allá de la pasión (2007)

Expiación: más allá de la pasión: Gran novela, gran película

Basta ver arrancar esta película para darse cuenta de que la revista Variety no se equivocó al señalar en 2006 a Joe Wright (Londres, 1972) como uno de los diez directores a seguir, después de la buena acogida de su versión de Orgullo y prejuicio.

Con siete candidaturas a los Globos de Oro, donde finalmente obtuvo dos premios (película dramática y música original), Ex­piación: más allá de la pasión ha sido una de las películas triunfadoras en los premios de los corresponsales de la prensa extranjera en Hollywood, donde partía como principal favorita por delante de No es país para viejos, de los Coen, y Pozos de ambición, de Paul Tho­mas Anderson. Para los Oscar tiene siete nominaciones (mejor película, guión adaptado, actriz de reparto, fotografía, dirección artística, vestuario y banda sonora).

Expiación (Atonement) es para la mayo­ría de los críticos literarios la mejor novela de un prestigioso escritor, el inglés Ian McEwan. Llevar al cine una novela nunca es fácil, y ésta no parecía especialmente apropiada para hacer una película. El guión de Christopher Hampton (Las amistades peligrosas, Imagining Argentina, Carrington) es muy fiel al original publicado en 2001, y sabe trasladar al lenguaje cinematográfico la enrarecida atmósfera de un relato atormentado y tumultuoso, que cuenta con una notable impronta subjetiva, la que aporta el punto de vista de Briony Tallis, una chica de trece años que, sin ser la narradora del relato, es sin du­da su alma, el frontón donde se juega una desgraciada y fatídica partida, el recipiente donde todo se cuece.


El diseño de producción de la cinta es impecable, con una poderosa recreación de la retirada inglesa en Dunkerque, que comienza con un magnífico plano secuencia, buen botón de muestra de la calidad de la fotografía. Un especial comentario merece la música de Dario Marianelli, en un puñado de secuencias inteligente y sutil (algo desgraciadamente infrecuente en el trabajo de los compositores de música para cine), con un fascinante uso de ruidos rítmicos (el tecleado crepitante e in crescendo de una máquina de escribir que funciona como el corazón enfebrecido de fantasía de la pequeña Briony) en el primer movimiento del score de la cinta.

Las interpretaciones están bastante bien, en especial la de la jovencísima Saoirse Ronan, que lleva el peso del tramo decisivo de la historia.

La película comienza en Inglaterra un día de 1935, el más caluroso del verano. Los Tallis están en su mansión campestre mientras el cabeza de familia, un alto funcionario del gobierno, trabaja en un Lon­dres inquieto por un panorama desalentador. La pequeña Briony prepara una obra de teatro, la veinteañera y altiva Ce­cilia ha vuelto enfadada de Cambridge, don­de también estudia Robbie, el hijo de una criada y com­pañero de juegos de Ce­ci­lia, que está allí gracias a la generosidad del padre de ésta. Se prepara una cena especial para recibir a León, el hijo mayor que acaba de ter­minar sus estudios universitarios.

Expiación se asoma al misterio del mal con maestría. El asunto es que aquí el mal es de verdad, no como en tanta peliculita de tres al cuarto con la palabra mal en mayúsculas de neón rojo. Y por eso resulta puñetera, turbadora e incómoda. A Mc­Ewan le sobra veneno y anda cortísimo de antídoto. Veremos cómo funciona en la taquilla española. En el Reino Unido ha hecho 23 millones, más que en USA, donde no pasó de los 20 millones. Sintomático.

Ficha Técnica

  • País: Reino Unido (Atonement, 2007)
  • Fotografía: Seamus McGarvey
  • Montaje: Paul Tothill
  • Música: Dario Marianelli
  • Duración: 123 m. Adultos
  • Distribuidora: Universal
  • Estreno: 11.I.2008
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