Fugitivas: Un mundo imperfecto

Las películas de carretera suelen ser una metáfora de la vida. El pasado atrás, el futuro delante y un montón de curvas, túneles y puentes entre medio. Películas como Thelma & Louise o Una historia verdadera son claros exponentes del género, pero es con Un mundo imperfecto, de Clint Eastwood, con la que Fugitivas tiene mayor paralelismo.

Búsqueda de la redención

- Anuncio -

Sus motores son ciertamente parecidos: en ambas un delincuente huye con un niño, son perseguidos implacablemente a lo largo de kilómetros de carretera, y en los dos casos los autores del guión buscan la redención de sus protagonistas. Fuera de ahí las carrocerías son totalmente diferentes. Fugitivas toma un tono racial, rodada en una escala alta de luz, aprovechando el desparrame de colores de los paisajes andaluces.

Fluidez en la narración

El director se muestra ágil en la dirección, con un alarde de planificación y puesta en escena. De este modo logra la fluidez que pide la historia, acelerando las escenas de acción y sabiendo exprimir el dramatismo de los anticlímax. Quizás, le sobre su exhibicionismo inicial, un recurso que en este caso se podría haber resuelto con una elipsis.

La clave, los personajes

Pero el mayor éxito está en los personajes. Ha sido un acierto de casting. Cada actor cabe en su personaje como un guante. Laia Marull va a dar mucha guerra; se inserta en el papel de Tony a golpe de naturalidad, con sinceridad, sin acudir a ningun tic y aguantando como una jabata ese monumental desembarco interpretativo que se marca Juan Diego desde el confín del mundo y la dignidad humana, y cuya aparición deja al espectador en equilibrio entre la amargura y el desprecio.

¿Y qué decir de María Galiana? Solitaria habitante del único islote de la función, que recompone a bocados de ternura el rompecabezas de este mundo imperfecto.

Ficha Técnica

  • País: España, 2000
  • Fotografía: Tote Trenas
  • Música: Antonio Meliveo
Suscríbete a la revista FilaSiete