Gladiator: Espectáculo en la arena del circo

Ridley Scott lleva años buscando un gran éxito que le devuelva su estatus de gran director. Tras sus fracasos con Tormenta blanca o La Teniente O’Neill vuelve a las pantallas con esta superproducción. La historia en sí es interesante: las tribulaciones de un victorioso general romano que cae en desgracia.

Su dirección artística es apabullante, con espectaculares y sobrecogedores decorados. La actuación de todos los actores es sobresaliente, destacando los magníficos secundarios ingleses con los que Scott rodea a sus protagonistas. Pero hay algo en Gladiator que no termina de convencer. El guión se hace excesivamente largo, estancándose en varias ocasiones. Los decorados dejan en ocasiones demasiada evidencia de su origen digital, y le hace a uno añorar el denostado cartón piedra; pero es en las escenas de acción, curiosamente el fuerte de Ridley Scott, donde Gladiator decae. La escena de la batalla con la que la película abre es quizás la más lograda de la cinta, pero uno tiene la impresión de que no ha sido desarrollada del todo, que Mel Gibson en su Braveheart logró más con menos medios en sus batallas. Planos que podrían ser impresionantes se quedan en simples apuntes de lo que prometen. El director no ha logrado sacar todo el partido a sus miles de extras. Igualmente, las escenas de luchas de gladiadores no se entienden bien. Scott apenas usa en ellas el plano general, rueda en plano medio e incluso corto y se acerca tanto la cámara a la pelea que ésta se convierte en un caos para el espectador, que necesitaría de un plano más abierto que le diera el sentido general de la escena.

Ridley es un maestro del cine de acción y de la luz y la oscuridad y lo demostró en Alien, en Blade Runner y en Legend, donde la lucha entre la luz y las tinieblas se hace evidente. Esto es algo constante de su obra. El espectador no debe esperar ver los coloristas uniformes romanos de capas rojas; aquí la estética es mucho más oscura, con un emperador vestido de negro que recuerda más a Darth Vader que al Nerón de Quo Vadis? Y la Roma que se nos presenta es extrañamente futurista, y podría haber salido del metraje de La amenaza fantasma.

No hay nada nuevo en Gladiator, que bebe de otras películas de romanos de las que incluso copia (algunos llaman a esto homenajear); así, por ejemplo, cuando Maximus entra en la escuela de gladiadores, escena que nos contó igual Stanley Kubrick en Espartaco; o cuando los gladiadores están aguardando para salir a la arena y la luz se filtra por las maderas, que también toma de la película antes mencionada. En lo que sí innova Scott es en introducir escenas propias de videoclip, como los sueños de Maximus, que no casan bien con el resto; sin embargo, en planos como los rodados entre el trigo, son de una belleza conturbadora.

Es pues una película que podría haber sido grande, pero que se queda en lo que promete, en lo que apunta, en que algún día Ridley volverá a recuperar su estatus.

⇒De cómo Russell Crowe llegó a ser Gladiator

⇒Todas las películas de Ridley Scott

Ficha Técnica

  • Fotografía: John Mathieson
  • Vestuario: Janty Yates
  • Música: Hans Zimmer, Lisa Gerrard
  • País: EE.UU.
  • Año: 2000
  • Estreno en España: 19.5.2000
Suscríbete a la revista FilaSiete
Reseña
s
Escritor de relatos de terror y misterio, y guionista de cine y televisión. Admirador de Ford, Kurosawa, Spielberg y Hitchcock, no necesariamente en este orden