Grizzly man

A pesar de algunos excesos, Herzog logra una película de enorme interés, de espléndido aspecto visual y libérrima en su discurso sobre la relación del hombre con su entorno natural

Grizzly Man (2005)

Grizzly man: Detrás de la delgada línea

El incombustible Werner Herzog (Mu­­nich, 1942), pionero del nuevo cine alemán de los años 70 junto a cineastas como Alexander Kluge, Wim Wen­ders o Edgar Reitz, demuestra con Grizzly man su capacidad para continuar haciendo cine de alta calidad.

Herzog explora en el universo del documental, como ya hiciera en Fata Morgana (1970), Lektionen in finsternis (1992) o Little Dieter needs to fly (1997), impregnándolo de su peculiar universo personal. Si en El joven Dieter el personaje era un piloto torturado en Vietnam, en Grizzly man se ocupa en relatar la vida y trágica muerte de Timothy Tread­well, un naturalista que convivió 13 años con los osos grizzly de una reserva natural en Alaska, hasta ser devorado por uno de ellos junto con su compañera, Amie Huguenard, en octubre de 2003

Lo más destacable del trabajo del director es su vigoroso y original punto de vista so­bre una historia muy reciente y la manera de con­tarla, con un tiempo de reacción bastante cor­to.


Junto a recursos convencionales (entrevistas a personas que conocieron a Tread­well), Herzog introduce en la narración su percepción del personaje (no muy positiva) y sus opiniones sobre la con­servación de la naturaleza y el activismo ecologista. “Tengo una verdadera discusión con Timothy Tread­­well a lo largo de la película. No estoy de acuerdo con él y lo dejo patente en la pe­lícula. Pero sólo es una discusión cariñosa”. El tono trágico se atenúa con escenas que rebosan sentido del humor, recogidas en su mayoría por la cámara de Timothy.

Herzog usa las imágenes que Tread­well grabó con una videocámara durante los 5 últimos veranos que pasó en compa­ñía de los osos y que componen, además de retrato del personaje, un cuadro de indudable belleza.

El realizador vuelve a su apreciado universo de personajes desplazados, que se mueven en la delgada línea roja que separa el mundo de los cuerdos del de los enajenados, como ya hiciera en Cobra verde (1987), Aguirre, la cólera de Dios (1972) o Fiztcarraldo (1982). El joven entraría de lleno en la categoría de los fracasados que encuentra su lugar en el mundo fuera de él, lo que le conduce irremediablemente a la locura al tiempo que a su propia muerte, curiosamente propiciada por la vida salvaje que parece salvarle la vida.

La cinta se excede innecesariamente en algunos momentos, como en el registro de las conversaciones con el forense y la secuencia en la que el propio Herzog escucha los gritos de Treadwell al ser atacado. Con todo, el realizador alemán logra una película de enorme interés, de espléndido aspecto visual y libérrima en su discurso sobre la relación del hombre con su entorno natural.

Ficha Técnica

  • País: EE.UU., 2005
  • Fotografía: Peter Zeitlinger
  • Montaje: Joe Bini
  • Música: Richard Thompson
  • Distribuidora: Karma
  • Estreno en España: 16.06.2006
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Reseña
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Profesor universitario de Narrativa Audiovisual, Historia del Cine y Apreciar la belleza. Escritor
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