Gunda: Admiración y pausa de un observador privilegiado

· Crítica de Gunda | Estreno 28 de mayo de 2021.
· Retrato en blanco y negro de la vida se­rena de los animales en una granja (cerdos, vacas y ga­llinas). Sin música ni diálogos, solo la observación de­tallada de un director que ha pasado muchas horas con­templando esta realidad.

El cineasta ruso Victor Kosakovski (San Petesburgo, 1961) es uno de los realizadores experimentales con más pres­tigio entre los grandes directores actuales. Solo con leer los argumentos de sus películas uno puede temerse lo peor. Empezó a hacer cine en 1994 y desde entonces se ha embarcado en proyectos que ha dirigido, escrito, fo­tografiado y editado. La peculiaridad de su cine es que po­ne el foco de interés en detalles muy concretos y crea­ti­vos de la experiencia humana o de la Naturale­za. Así, por ejemplo, Miércoles, 19-7-1961 (1997) es un do­cu­men­tal sobre todas las personas que nacieron el mis­mo día que el director, ¡Svyato! (2005) plasma el asom­bro de una niña de dos años al mirarse por primera vez en un es­pejo, y ¡Vivan las Antípodas! (2011) muestra el mun­do des­de dos lugares situados en el mismo punto geo­gráfico, pe­ro en polos expuestos, en Shanghái y en Ar­gentina.

Gunda es un retrato en blanco y negro de la vida se­rena de los animales en una granja (cerdos, vacas y ga­llinas). Sin música ni diálogos, solo la observación de­tallada de un director que ha pasado muchas horas con­templando esta realidad. Mediante una planificación prodigiosa, el espectador habituado a la multitarea e hi­peractividad visual tiene el reto de percibir y atender a detalles esenciales como la maternidad, el miedo o la be­lleza de la creación. En vez de explicarlo con mis pa­la­bras, prefiero acudir a los maestros que han hablado de esta película:

«Es puro cine. Una película en la que su­mergirse. Es to­do a lo que deberíamos aspirar los cineastas y los espectadores: imágenes y sonidos unidos pa­ra contar una po­tente y profunda historia sin prisas. Con sus increíbles imágenes y sonidos y con el mejor re­parto posible, re­sulta una pócima más que una película». Paul Thomas An­derson (Magnolia, El hilo invisible).

«Nos fuerza a renunciar a nuestra adicción al lenguaje, a las expectativas, a los juicios y al significado. Y nos in­vita a vivir, mediante un retrato de sublime intimidad, el misterio y el poder de la existencia». Alfonso Cuarón (Gra­vity, Roma).

«Una película donde la vida y el arte se unen de la for­ma más extraordinaria». Paweł Pawlikowski (Cold War, Ida).

Estos cineastas no suelen regalar elogios a lo Quentin Ta­rantino (un verdadero peligro a la hora de fiarse de sus estrambóticos gustos y predilecciones cinematográ­fi­cos), por eso sus palabras son muy valiosas y coherentes con lo que propone el director de orquesta de esta pe­lícula. Cuando tenía 4 años, este cineasta vivía en una gran­ja cuidando a su mejor amigo Vasya. Pero un día, aún jóvenes, mataron a Vasya y lo sirvieron emplata­do en forma de chuleta de cerdo. «Estaba devastado e in­mediatamente me convertí -probablemente- en el pri­mer niño vegetariano de la Unión Soviética. Siempre he que­rido hacer una película sobre las criaturas con quienes compartimos la Tierra, sin subestimarlas ni humani­zar­las, sin sentimentalismos ni propaganda vegana».

Estas últimas palabras me parecen enmarcables, ya que el documental podría haber perdido su magnetismo vi­sual al convertirse en un arma arrojadiza, manipulada y manipuladora. Pero el cineasta ha sido tan sugestivo en sus movimientos de cámara, encuadres e iluminación (de un virtuosismo sencillamente excelente que merece la pantalla grande), como en la libertad que deja al espectador para observar y descubrir la vida maravillosa de esas criaturas.

Ficha Técnica

  • Fotografía: V. Kossakovski, Egil Håskjold Larsen
  • Montaje: V. Kossakovski, Ainara Vera
  • Duración: 93 min.
  • Público adecuado: Todos
  • Distribuidora: Filmin
  • Noruega, 2020
  • Estreno: 28.5.2021
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