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Hace mucho que te quiero

Buen debut en la dirección del hasta ahora novelista y guionista francés Philippe Claudel, que sabe contar una historia muy dura sin agotar al espectador

Hace mucho que te quiero (2008)

Hace mucho que te quiero: Un gran narrador y una gran actriz

Hace mucho que te quiero | Juliette sale de la cárcel después de quince años de condena por el misterioso asesinato de su hijo. En este tiempo Juliette, abandonada por su marido y su familia, no ha tenido contacto con el mundo exterior. Léa, su hermana menor, la acoge en su casa de Nancy, donde vive con su marido y dos hijas adoptivas.

El argumento de esta película podría haber derivado con mucha facilidad al de una telenovela venezolana. Pero Philippe Claudel (Nancy, 1962) sabe de lo que habla (ha dedicado mucho tiempo a la enseñanza de niños discapacitados y presos) y sabe cómo contarlo. Ganador del prestigioso premio literario Renaudot por su novela Almas grises, Claudel escribe y dirige esta opera prima con la madurez de los buenos narradores, que saben construir personajes y describir emociones sin caer en defectos tan habituales como la cursilería, la pedantería o el hermetismo.

Una pregunta en el aire

En este caso vuelve a adentrarse en el dolor humano desde la perspectiva de las personas que rodean a los que sufren (uno de los temas fundamentales en Almas grises, novela que contemplaba los horrores de la I Guerra Mundial volcados sobre los habitantes de un pueblo francés). La película analiza y critica la falta de respuestas y, en muchos casos, la carencia de tacto de los personajes que acompañan a Juliette. Y lo hace gracias a una interpretación sobresaliente de Kristin Scott Thomas, que aguanta todo el peso dramático de la película casi sin palabras. Con su mirada y sus gestos va poniendo al espectador ante un trascendental dilema: ¿Se puede ser feliz mirando a otro lado?


No es Claudel un hombre de muchas respuestas, pero tampoco es un narrador que arroja preguntas al espectador con el convencimiento de que no podrá responderlas. Aunque de fondo hay un planteamiento antropológico cercano al nihilismo y a la desesperanza, Claudel consigue no cargar las tintas en el dramatismo dando a los personajes una humanidad minimalista que salva en cierta medida la película del pesimismo cerrado. De esta manera Claudel acaba permitiendo algo de luz en el argumento aportando detalles de ternura, deseos de ayudar que hacen que la película haga pensar al espectador sin cerrarle todas las puertas.

Además, Una palabra tuya sabe mantener el interés dramático a lo largo de las casi dos horas de metraje jugando con las palabras y los silencios de los personajes, construidos con variados y abundantes matices.

Ficha Técnica

  • País: Francia (Il y a longtemps que je t’aime, 2008)
  • Jérôme Alméras
  • Virginie Bruant
  • Jean-Louis Aubert
  • Golem
  • 110 minutos
  • Adultos
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