Hancock: Que me quede como estoy

Como casi todo el mundo sabe, un gran poder conlleva una gran responsabilidad. La catarata de películas de superhéroes que anega las pantallas se ha encargado de dejárnoslo bien clarito. Pero parece que el día en que este axioma se enseñó en la academia de superhéroes Hancock faltó a clase. Will Smith interpreta a un superhéroe malhumorado que empina el codo en plan cosaco y va dejando destrozos multimillonarios por donde pasa. Cada vez que Hancock actúa, hace que los beneficiarios de sus hazañas digan aquello de «que me quede como estoy».

Cuando la impopularidad de Hancock está en el cénit, un fortuito encuentro con un experto en publicidad parece providencial. El guión de Vincent Gilligan y Vincent Ngo, con ecos evidentes de esa joya titulada Los increíbles, empieza de una forma original, desarrollándose con buen pulso hasta el segundo punto de giro. Lo más flojo está al final con una sorpresa verdaderamente superflua que enmaraña la película innecesariamente.

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El reparto cumple y las secuencias de acción están bien rodadas, pero se echa en falta más relación entre los personajes, lo que hubiera propiciado una película más inteligente, más sutil. Pero no estaríamos hablando de Peter Berg, que da para lo que da (Very bad things, El tesoro del Amazonas, La sombra del reino). Por lo demás, típico blockbuster veraniego, nº 1 en USA. Hay que reconocer que las primeras actuaciones del tal Hancock son bastante divertidas. La de la ballena y el velero es grandiosa.

Ficha Técnica

  • País: EE.UU., 2008
  • Tobias Schliessler
  • Paul Rubell, Colby Parker Jr.
  • John Powell
  • Sony Pictures
  • 92 minutos
  • Jóvenes
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