Harry Potter y la cámara secreta: Una película «muggle»

Harry Potter y la cámara secreta será la última película de Harry Potter dirigida por el estadounidense Chris Columbus, afortunadamente para él (debe ser una paliza) y para el público. Esta segunda afirmación no quiere ser despreciativa, pero resulta evidente que Columbus siempre ha tenido enormes dificultades para contar historias. Hombre sencillo como el mecanismo de un chupe, se limita a empalmar situaciones espectaculares o hilarantes que se suceden sin el más elemental sentido del ritmo, con un soniquete musical que no es que ayude mucho a dar chispa a la cosa. Columbus es eso que en la historia del cine se conoce por artesano, un tipo que no crea problemas, que trabaja rápido y con un lenguaje dignamente elemental.

Para ser justos hay que decir que buena parte de la culpa de que las dos entregas de HP sean más aburridas de lo esperable procede de un error bicéfalo muy tentador, que se presenta siempre que toca adaptar grandes éxitos de la literatura: limitarse a una ilustración acumulativa de los pasajes de acción de un argumento para contentar a los lectores que acuden al cine exigiendo espectacular fidelidad, en primer término, y como consecuencia de esa acumulación, resignarse a un metraje excesivo, muy por encima del recorrido que pueden soportar unos personajes de trapo, que ni sienten ni padecen, con un montaje que no cuida las transiciones.

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En defensa de Columbus, se puede aducir que esta novela es la más floja de la serie. Por otro lado, parece claro que lo más atractivo del talento fabulador de Rowling se pierde en el cine. Me refiero a esas fantásticas descripciones de ambientes, bichejos, personajes y peripecias, entre las que destaca el momento en que surge la magia. Como buenos cuentos fantásticos, los libros de Harry Potter se recrean en la suerte de los detalles, en múltiples sensaciones y reacciones hechas palabra. El cine, para poder hacer algo semejante con imágenes y palabras, necesita superar un sofisma muy extendido, aunque falso a todas luces: una imagen vale más que mil palabras.

Harry Potter y la cámara secreta
Harry Potter y la cámara secreta

La película tiene un grave problema que en los libros está solventado con la menor cantidad de pólvora posible para que el argumento haga blanco en el lector: me refiero a las relaciones entre los personajes. Columbus, en su exceso de fidelidad, incurre en un esquematismo gélido que resta emoción a la cinta. Lastimosamente se desaprovecha el simpático personaje encarnado por Branagh, que tiene fuerza y gracia. El sonrojante doblaje de Daniel Radcliffe acrecienta la notable diferencia de nivel interpretativo de este chico (tiene una breve y quebradiza capacidad de concentración que se manifiesta en una evidente rigidez facial, la dificultad para dar réplicas y la falta de intensidad en la mirada) con los actores que encarnan a Ron y Hermione.

Harry Potter y la cámara secreta brilla en el diseño de producción y los efectos de varias secuencias, que mejoran el muy buen nivel de la primera entrega (el encuentro con el duende, el coche volador, el partido de quiddish, la clase con las mandrágoras).

Habrá que ver si dan libertad al próximo director (Cuarón) para dirigir -con menor metraje y más intensidad- El prisionero de Azkabán, que es para mi gusto la mejor novela, la más redonda de la saga, que peca -a mi juicio- de no hacer evolucionar al trío protagonista.

Ficha Técnica

  • Fotografía: Roger Pratt 
  • Montaje: Peter Honess
  • Música: John Williams
  • País: EE.UU.
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