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Harry, un amigo que os quiere

Moll juega sobre la línea del terreno de juego, y mueve el balón por un territorio trillado por el reciente cine francés, el del humor negro que raya el absurdo

Harry, un amigo que os quiere (Dominik Moll, 2000)

Harry, un amigo que os quiere: Terror de andar por casa

Harry, un amigo que os quiere | Michel y Claire son un joven matrimonio con tres hijas. Se dirigen a pasar las vacaciones de verano a una granja en la montaña, en la que están reformando una casa que parece recién salida de un asalto. En una gasolinera, con las niñas alborotadas por el calor y la falta de aire acondicionado, se encuentran con Harry (un enorme Sergi López, merecedor del premio europeo de cine a la mejor interpretación), un compañero de instituto de Michel, al que se empeñará en hacer feliz reflotando su gusto adolescente por la escritura.

Moll (Alemania, 1962) estudió cine en la City University de Nueva York y en la IDHEC de París, y dirigió Intimidad, su primer largo, una historia romántica estrenada en 1993. Harry es una apuesta por el cine social teñido de una mirada cínicamente terrorífica, que evita la sangre, las tripas, los sustitos y el ensañamiento visual. Moll ha declarado haberse inspirado en Hitchcock para llevar de la mano al público por una historia de miedo doméstico (si les soy sincero, yo no percibo la presencia del espíritu de Hitchcock, aunque sí alguno de sus trucos-trampas).

La película funciona porque la psicopatía de Harry, magistralmente interpretada por Sergi López, es muy creíble. Harry es un treintañero con dinero heredado, alérgico al compromiso, que vive huyendo del aburrimiento, con su Mercedes despampanante, su rubia y su Visa Oro. Su vitalismo infantil encuentra en la familia del antiguo condiscípulo un lugar adecuado para dar rienda suelta a su afán de sacar al mundo del tedio.


Lo que podría haber sido una comedia disparatada degenera en pesadilla macabra. Echando un vistazo al patio del terror, habitado por psicópatas asesinos en serie que campan por fiestas de institutos o campus universitarios, Harry está muy por encima de la media, y no me sorprende que haya triunfado en Francia. Hay inteligencia en la trama, en la naturalidad de los diálogos y las situaciones, en el dibujo de los personajes.

Harry huele a esencia de relatos de terror de Poe, con un chorreón de los Coen (Fargo) y de Raimi (Un plan sencillo). Moll juega sobre la línea del terreno de juego, y mueve el balón por un territorio trillado por el reciente cine francés, el del humor negro que raya el absurdo, del que La cena de los idiotas es un ejemplo señero.

Salvada alguna cargante reiteración en los diálogos a costa de la sexualidad mecánica del pobre Harry, los esfuerzos de Moll por hacer inquietantemente cercana la trama de una historia cotidiana zarandeada por la anormalidad logran su objetivo, si bien queda el regusto de una película que coge la realidad por los pelos para hacer funcionar una apuesta -un cuento de terror- y cerrar las puertas de un golpe para que ningún personaje proteste.

Ficha Técnica

  • Fotografía: M. Poirot-Delpech
  • Música: David Sinclair 
  • Título original: Harry, un ami qui vous veut du bien 
  • País: Francia
  • Año: 2000
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