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Hasta el último hombre

Gibson regresa a la dirección por la puerta grande con una historia bélica a la altura de las mejores cintas del género

Hasta el último hombre

Hasta el último hombre: Guerra y redención

· Gibson pa­rece haber recuperado fuerzas al llevar a la pantalla de forma tan vigorosa la historia real de Desmond Thomas Doss.

Mel Gibson vuelve a ponerse tras las cámaras después de muchos años de travesía por el desierto. Tras es­tre­­nar Apocalypto en 2006, Gibson en­tró en una fase complicada de su vida, tan­to personal como profe­sio­nal, en la que interrumpió su trabajo como di­rector durante casi diez años. Ahora pa­rece haber recuperado fuerzas al llevar a la pantalla de forma tan vigorosa la historia real de Desmond Thomas Doss (1919-2006), el primer objetor de con­cien­cia que recibió la Medalla de Ho­nor del Ejército norteamericano, du­ran­te la Segunda Guerra Mundial. Su ads­cripción a la iglesia Adventista del Séptimo Día le impedía empuñar las armas, pero quiso alistarse como mé­­dico, y así servir a su país.

El argumento de Hasta el último hombre fue concebido en dos par­tes muy diferenciadas por el coguionista Robert Schenkkan. Una primera describe el mundo familiar y per­sonal del protagonista, in­terpreta­do por Andrew Garfield y por Darcy Bry­ce en sus años de infancia. Un mun­do rural, tradicional, en la Virginia pro­funda. Un mundo que Gibson ha que­rido comparar con los dibujos de Nor­man Rock­well. La segunda par­te, se­gún el di­rec­­tor, nos lleva por el contrario a un cuadro terrible de El Bos­co, en el co­razón de la batalla anfibia de Okinawa, una de las más sangrientas de la Guerra, en la que murie­ron unos 250 mil hombres, pocas se­manas antes de finalizar la contien­da.


Gibson, por un lado, ha querido ha­­cer un homenaje a un héroe de la conciencia, un hombre -Desmond Doss- que quiso ser fiel a sus convicciones has­ta las últimas consecuencias. Se­gún el cineasta, no estamos an­te una pe­lícula bélica, sino ante una historia de amor, de amor al ser humano, de amor a Dios. Y en ese sentido, Gibson nos brinda algu­nas escenas especialmente épicas y emotivas, escenas que su­brayan la grandeza interior del personaje. Pero, por otro lado, a pesar de sus pa­labras, Hasta el último hombre es una de las mejores cintas bélicas de los últimos años, que nos muestra el in­fierno de aquella batalla de for­ma bru­talmente explícita, recurriendo a un montaje de John Gilbert tre­pi­dan­­te e impresionista, que no nos aho­rra es­pantos. Aquí reside una de las posibles objeciones al filme, que por un la­do elogia a un pacifista, y por otro, nos ofrece un festival de vio­lencia extrema, a la que Gibson es tan patológicamente aficionado. No es casual que en The New York Ti­mes un articulista hable de «violen­cia pornográfica» re­firiéndose a la pe­lícula. Pero el he­cho es que en su es­treno en el Festival de Venecia recibió una ovación de pie de casi 10 mi­nutos.

A la brillante interpretación de An­drew Garfield, y al excelente co­ro de se­cundarios, hay que añadir el tra­bajo de Sam Worthington, en el pa­­pel del Ca­pitán Glover, y a Hugo Wea­ving, en el dramático rol del pa­dre de Desmond. Sin duda, estamos ante una película que no so­lo su­pone el retorno del Gibson ci­neasta por la puerta gran­de, sino tam­bién ante un filme en el que ética y épica coinciden; un fil­me que pue­de alinearse con los mejores títulos de Spielberg y Eastwood.

Ficha Técnica

  • Fotografía: Simon Duggan
  • Montaje: John Gilbert
  • Música: Rupert Gregson-Williams
  • Diseño de producción: Barry Robison
  • Vestuario: Lizzy Gardiner
  • Duración: 131 min.
  • Público adecuado: +18 años (V)
  • Distribuidora: DeAPlaneta
  • EE.UU. (Hacksaw Ridge), 2016
  • Estreno: 7.12.2016
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