Hero

Hero: Un huracán de belleza

China, siglo III a. C. El país estaba dividido en siete reinos, que luchan encarecidamente por la supremacía. El reino Qin es el más decidido de todos. El tiránico Rey Qin estaba obsesionado por convertirse en el pri­mer Emperador. Durante mucho tiempo ha ve­nido siendo el blanco de muchos asesinos enviados por los otros seis estados. De todos ellos, el Rey Qin teme sobremanera a tres asesinos legendarios, Espada rota, Espada voladora y Cie­lo, que se proponen acabar con él. Qin ofrece una recompensa fabulosa al que acabe con ellos. Un misterioso guerrero, Sin nombre, se presenta ante el Rey.

Zhang Yimou (Beijing, 1950) se ha ganado una merecida reputación como uno de los realizadores más brillantes del panorama mundial, con pe­lículas de una extraordinaria sensibilidad co­mo Sorgo rojo o El camino a casa, que incluían vigorosos frescos de la realidad social china. Se esperaba con interés su labor al frente de una su­perproducción encabezada por Bill Kong, el pro­ductor de Tigre y Dragón. El resultado es des­lumbrante. En Hero el guión es sutil, el excepcional reparto lo borda y la puesta en escena es arrolladora. El espectador occidental acusará ciertamente el carácter prolijo y repetitivo de la narración, fiel trasunto de la wuxia, la novela tradicional china sobre artes marciales, recurrente en su fijación temática con la venganza.

Yimou concede importancia a la lucha, pero la inserta al modo de un ballet en una ópera (no en vano fue director escénico, junto a Zu­bin Me­­tha, en una memorable Turandot en la Ciu­dad Prohibida). El uso de los colores, las localizaciones, la intensidad de secuencias como la sin­gular y protocolaria audiencia del Rey Qin al guerrero Sin nombre, son un soberbio e inolvidable espectáculo. Un cuento épico de amor, lealtad, celos e intriga para goce de los amantes de la ópera, el ballet, el teatro y las artes plásticas.

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