Heroína: Autenticidad máxima
He aquí una película española que no se avergonzó de serlo. Uso el verbo en pasado porque me refiero a la vergüenza previa, a la actitud que se adopta al iniciar la película, a la idea y al guión principalmente. Abreviando: ¿Nos acordamos de Solas? Pues eso. Un proyecto en el que no haya que “pensar” ni en este ni en ningún lado de la cama, sino en las personas y en su mundo real y verdadero.
Y eso es lo que hace también Heroína (que juega con la ambigüedad del término, aplicado a las madres, a una de modo muy principal, y a la droga). Heroína, su argumento, su historia, el tema… tiene una geografía particular en la película, se basa en una historia particular también, y verdadera, y su proyección es general: los adolescentes y jóvenes que se drogan son una realidad y un problema universal.
También por eso la película es auténtica: parte -como he dicho-, de una geografía y una historia regionales, comprobables y documentadas, y en esa realidad reciente se desenvuelve, tanto, que la llamada memoria histórica de los sucesos es tan actual como la actualidad de un periódico del día. Todos los espectadores recordarán o reconocerán acontecimientos, hechos y personas.
No es necesario imitar el cine USA para hacer un filme de drogas y mafias y dinero negro y policía corrupta o menos. Hay una perspectiva especial en Heroína, que la da el título. No me refiero a la perspectiva de la droga y su consumo y tráfico, como es obvio. Me refiero a la madre heroína. Ésa es la perspectiva: la familia que sufre la presencia de uno de sus miembros queridos enfermo, por así decir, del mal de la droga, de la drogadicción.
Pone el acento en una familia, en una madre -por lo visto, con un fundamento biográfico muy grande-, una madre tan encomiable que merece ese título de heroína; pero también las otras madres luchan -no sólo en general, sino en este caso concreto que la película plantea-, “todas son heroínas, ¿o no?”.
El papel de Adriana Ozores no digo que sea de Goya, sino de Oscar. En cambio, me atrevo a decir que la película como tal, como arte, no es oscarizable, pero sin embargo tiene el gancho fuerte, el atractivo, de la autenticidad a veces casi documental. Y eso, quiérase o no, también es un mérito artístico, aunque el arte técnico sea solamente profesional y correcto.
El guión trabaja bien los ambientes locales, sus gentes; incluso bucea y perfila con buena mano el interior de la familia herida por la droga, la familia en la que sólo la madre no llega a cansarse de la debilidad del hijo drogadicto, no deja de luchar. Una película, una historia, emocionante, entrañablemente honda. El paisaje ayuda al contraste entre la tristeza de muerte de la droga y sus traficantes, y la anchura del cielo y el mar, la libertad de ser persona.
Ficha Técnica
- Dirección: Gerardo Herrero,
- Guion: Ángeles González Sinde,
- Intérpretes: Adriana Ozores, Javier Pereira, Carlos Blanco, María Bouzas, Mercedes Castro,
- País: España, 2005
- Fotografía: Alfredo Mayo
- Montaje: Carmen Frías
- Dirección artística: Marta Villar
- Vestuario: Estíbaliz Markiegi
- Distribuidora: Alta