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Hijos de los hombres

Cuarón, que además de dirigir y montar la película ha escrito el guión a partir de la novela de la británica P. D. James, parte de un arrojado interrogante: ¿cómo viviríamos en un mundo sin esperanza?

Hijos de los hombres (2006)

Hijos de los hombres: Una magistral lección de cine

El realizador mexicano Alfonso Cuarón es tajante al definir su última película: «no es ciencia ficción, es la historia de una persecución en el 2027». Y viene bien la aclaración porque una lectura rápida del argumento -en medio de una plaga de atentados terroristas y acoso de la inmigración, la Humanidad se enfrenta a su extinción por culpa de la infertilidad de las mujeres- podría sugerir que estamos ante un producto similar a Minority report o Gattaca, una de esas películas que abordan en clave futurista cuestiones metafísicas o dilemas bioéticos. Y no porque en la cinta de Cuarón no haya apuntes interesantes sobre estos temas, pero parece que el realizador de La princesita, Y tu mamá también y la tercera de Harry Potter es consciente de que su principal destreza consiste en contar historias con imágenes… y esto es lo que hace: contar la historia de una persecución en el año 2027, en un futuro cuasi-presente, en un mundo que con leves variantes nos resulta muy cercano.

Cuarón, que además de dirigir y montar la película ha escrito el guión a partir de la novela de la británica P. D. James, parte de un arrojado interrogante: ¿cómo viviríamos en un mundo sin esperanza?, un mundo que no tuviera futuro, en este caso, porque no nacen niños. Las razones por las que la Humanidad ha llegado a este punto no se detallan, no se explican, no hace falta. Las resume magistralmente el personaje de Michael Caine en una breve frase que repite en un par de ocasiones: entonces, ya era tarde (que traducida a lenguaje de slogan -el futuro, es cosa del pasado- es una de las frases promocionales de la película).

A la cinta se le puede achacar una excesiva sencillez. Las tramas secundarias van desapareciendo, con maestría pero desapareciendo, y al final queda, como dice Cuarón, una persecución. Ese alarde de simplicidad, de ir a lo esencial, ese casi esquematismo puede gustar a algunos, otros -y soy de ese grupo- echamos de menos una mayor complejidad, un mayor desarrollo de algunas de las tramas que plantea el realizador mexicano.


Hecha esta salvedad, Cuarón imparte una auténtica lección de cine. La soberbia fotografía del mejicano Emmanuel Lubezki (La princesita, Sleepy Hollow, El nuevo mundo) es clave en la construcción de una atmósfera densa y sombría, rotundamente eficaz. Sobre la inteligente presencia de la música -esa música ligera que sigue sonando en el coche después de un brutal atentado- se podría escribir un manual. La dirección de actores es magnífica; a estas alturas, ni Michael Caine ni Julianne Moore tienen nada que demostrar, pero en el caso de Clive Owen o de la jovencísima Clare-Hope Ashitey parte de la culpa de sus brillantes interpretaciones las tiene el director.

Y sobre todos estos aspectos ya mencionados, un prodigioso uso de la cámara y un montaje adecuadísimo. Cuarón ha querido armar su película con larguísimos planos secuencia que dan a algunas escenas un tono cuasi documental, periodístico. No duda incluso en hacer visible la cámara en una de las escenas-clímax de la película quizás, para afirmar que estamos en una ficción… no muy alejada de la ficción de la realidad. La cinta mantiene el ritmo y el sencillo final lleva el sello de la artesanía hecha imagen.

A pesar de su dureza, su mirada sin contemplaciones y su apertura a lecturas alejadas años luz de lo políticamente correcto, la película gustó en Venecia, ha gustado en San Sebastián y es una firme candidata a los Oscar.

Ficha Técnica

  • País: Reino Unido (Children of Men, 2006)
  • Emmanuel Lubezki
  • Álex Rodríguez, A. Cuarón
  • John Tavener
  • UIP
  • 109 minutos
  • Jóvenes
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