Honeymoons

Honeymoons: Después de las bodas

Dos parejas. Dos bodas. Dos familias. Dos huidas en busca de un futuro mejor. Una desde Belgrado y otra desde Tirana. Ser­bios y albaneses. El director serbio Go­ran Paskaljevic ganó su tercera Espiga de Oro en la pasada edición de la Seminci (an­tes había ganado por La otra América y Optimistas) por esta historia minimalista que bucea en las raíces de dos culturas -la serbia y la albanesa- más cercanas de lo que parece, a juzgar por sus frecuentes con­flictos.

«En mi primera estancia en Albania, en diciembre de 2006 -explica Paskaljevic-, me reuní con muchos intelectuales que, al igual que yo, rechazaban los nacionalismos exacerbados. Descubrí que los albanos y los serbios, a pesar de hablar dos len­guas totalmente distintas, tienen mucho en común, sobre todo el profundo anhe­lo de ser parte de Europa».

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De esta idea surgió esta primera coproducción serbio-albanesa en la que participa­ron equipos de los dos países y que se ro­dó en varios idiomas. Al margen de estas curiosidades extracinematográficas y de su interés como documento de coopera­ción entre países, Honeymoons es una pe­lícula deliciosa que cuenta dos historias de gran interés humano, con un ritmo pau­sado pero nunca tedioso, con un dibujo de personajes muy completo (además de los cuatro protagonistas hay toda una ga­lería de tipos humanos de una gran rique­za), y unas interpretaciones llenas de na­turalidad.

La película se articula en tres partes: las dos primeras presentan a cada una de las parejas en el entorno de dos bodas que son una radiografía de lo mejor y lo peor de cada una de las culturas, y la tercera si­gue el desenlace de sus respectivas huidas-viajes. Este desenlace es algo abrupto y, después de unas historias tan bien conta­das, se echa de menos un final más traba­jado. Un broche más tallado que hubiera rematado una película aparentemente pequeña, pero llena de detalles de buena na­rración cinematográfica.