Immortals: Lucha en el Olimpo

Para no andarnos con rodeos, Immortals cuenta mal la titanomaquia y el mito de Teseo y el Minotauro. Los titanes, seres extraordinarios que existieron antes de que los dioses lucharan con ellos por la supremacía en el Olimpo, perdieron la batalla y acabaron encerrados en el Tártaro. El último episodio de aquella historia se dio cuando el titán Hiperión hizo todo lo posible por liberar a sus hermanos, lo que le llevó a plantar cara de nuevo a los dioses.

El guión de los hermanos Parlapanides (griegos sólo por el nombre) nos presenta a un Hiperión con aspecto de matarife de taberna que, al mando de un espectacular ejército, arrasa todo lo que se pone por delante. Y cuando decimos todo nos referimos a que está decidido a acabar con humanos y dioses por igual, y para lograrlo quiere apoderarse del cotizado arco de Ares, dios de la guerra, que está en manos de un humilde campesino llamado Teseo.

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Tarsem Singh (La celda) tiene en su haber una obra tan extraña como hermosa llamada The Fall: El sueño de Alexandria. En esta ocasión cuenta con un guión demasiado flojo y sus méritos se reducen a la fuerza de la composición visual, lo que conlleva algunas espectaculares batallas, herederas de Furia de titanes, de El Señor de los Anillos y de 300. Pero la propia narración, la historia, que podría ser interesante de por sí, nos deja bastante fríos.

Ficha Técnica

  • Fotografía: Brendan Galvin
  • Montaje: Stuart Levy
  • Música: Trevor Morris
  • Duración: 110 min.
  • Público adecuado: +16 años (VX-)
  • Distribuidora: Universal
  • EE.UU., 2011
  • Estreno: 23.12.2011
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Reseña
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Historiador y filólogo. Miembro del Círculo de Escritores Cinematográficos. Ha estudiado las relaciones entre cine y literatura. Es autor de “Introducción a Shakespeare a través del cine” y coautor de una decena de libros sobre cine.