Inconscientes: Dr. Freud und sex

En el programa de mano firma Oristrell la siguiente aseveración, llamativa: «abordamos desde la comedia el mundo del psicoanálisis, exorcizando al mismo Freud («in person») y a los grandes pioneros -1913- que en este país abrieron camino al estudio de la mente (un camino que, primero la dictadura de Primo de Rivera, y años más tarde la guerra civil, abortaron)». Las comas no son mías. No es extraño pues, que en un manicomio de la película -Barcelona, 1913-, un loco profetice que surgirá un militar gallego que causará muchos males a España.

Como se dice en la cita, Inconscientes quiere ser una comedia «donde el amor y el humor se confunden». En el concurrido pase de prensa no se oyó ni una sola risa durante la hora y 48 minutos de su larga duración. O no debimos de entender o bien es que ninguno de los actores tiene especial gracia; Luis Tosar es, me parece, el único acertado. Pero la culpa -si esta palabra es válida en un ambiente freudiano– está no tanto en la dirección del film sino más en el guión.

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Muy lujosa y muy alta es la sociedad protagonista… pero los actores se comportan como palurdos lugareños groseros. El guión lo exige. El asunto freudiano y causa actual de varios «contratiempos» es que Salvador tiene su cosa muy grande; a su mujer «eso» le da tanto asco que Freud le aconseja que viaje a Lesbos. Pero a la cuñada de Salvador «eso» le parece muy bien, y además su marido acaba de abandonarla porque anteriormente… y como él no sabía que… etc. En el etcétera de esa y otra ganga humana hay demasiado desecho animalesco: todo son causas y motivaciones a su vez causadas, o al menos motivadas, por aplicarles el método psicoanalista de Freud.

Cierto es que incluso este argumento podría ser tratado con finura, con ironía de la fina, y con finas sugerencias llenas de sutileza… No, no es así, todo es basto y zafio; todo es para la más selecta sociedad grosera, con título de basteza.

Aunque la razón por la que el guión falla -hay chistes guarros con mucha gracia- es por querer repicar e ir en la procesión. Repica mal: no hace reír; y en cuanto a la procesión lo que pretende es demoler la religión. Lo hace con ataques breves, pero constantes, lo cual quizá ha desorientado el guión de Oristrell y de los demás de lo que es el fin de su comedia: el humor. Deberían haber expresado toda su carga intelectual en cuerpo de doctrina y de manera sistemática: en un libro, en un tratado filosófico.


Inconscientes

España, 2004

Ficha Técnica

Fotografía: Jaime Peracaula Montaje: Miguel Ángel Santamaría Distribuidora: Alta

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