Interstellar

El espectador entra en un parque temático y si se niega a recorrerlo como lo que es -una variante de un parque de atracciones- puede sobrevenir la frustración o el desencanto. O no.

Interstellar (Christopher Nolan, 2014)

Interstellar: Parque temático

InterestellarEl espectador entra en un parque temático y si se niega a recorrerlo como lo que es -una variante de un parque de atracciones- puede sobrevenir la frustración o el desencanto. O no.

Interstellar parece escrita por dos enfebrecidos alumnos de instituto que están deseando contar unas cosas sobre el carácter elástico del tiempo que han leído en un libro de astrofísica usando las estrategias de narrativa filmica de una docena de directores que han contado viajes espacio-emocionales. Lo de los alumnos de instituto no es peyorativo, es sencillamente una percha adecuada para colgar las explicaciones que justifican que la película me parezca poca cosa.

Con todo el tiempo (169 minutos de metraje) y el dinero del mundo para contarlo, los hermanos Nolan se apuntan a la grandilocuencia y siembran de eslóganes para camisetas su solemne (y para mi gusto hueco) relato pródigo en dilemas, masticados a cámara lenta. Están entusiasmados con un juguete y se van inventado las reglas del juego, según la tradición familiar. Divagan y fantasean. Estan felices en su parque de atracciones.


Porque el espectador entra en un parque de atracciones y si se niega a recorrerlo como lo que es -un parque de atracciones- puede sobrevenir la frustración o el desencanto.

 

Interstellar (Christopher Nolan, 2014)

El nivel de producción de Interstellar es bueno. Los actores también. Quizás el menos entonado sea Matthew McConaughey que se contagia de la intensidad engolada de un Christopher Nolan (Origen, Insomnio), manierista como suele, que convierte en climax casi todo lo que rueda. Y claro, eso pasa factura.

El arranque de la película es una calamidad, con una pastosa presentación de personajes en la que el planteamiento del conflicto (esto se acaba, nos hemos cargado el planeta, pero mi padre granjero antes fue ingeniero aeronaútico) recuerda a un coche conducido por un niño que avanza a trompicones con las caja de cambios más sonada que el pecho de King Kong. No hay equilibrio en la progresión; al aturullado discurso no le ayudan ni el montaje de serie televisiva ni la grotescamente pomposa música de Zimmer, con sensurround incluído y el volumen a todo trapo para atronar al pueblo que está 20 kilómetros de la sala de proyección. Los fundidos a negro como forma de paso se imponen en el desafortunado montaje, porque lo que se está contando es inconexo porque -antes, a la vez y después- es inconsistente.

La película está llena de atajos (verdaderos agujeros de gusano), de puntos de giro fláccidos que no sería razonable explicitar aquí y ahora porque son los que le sirven a Nolan para tirar los anzuelos emocionales sin los cuales su película no es que perdería el rumbo, sino que no se mantendría a flote. En eso, hay que reconocerle (se la reconozco) habilidad: Nolan imita a directores mucho más sensibles e inteligentes que él, que se mueven en otra galaxia para hablar del ser humano en busca de sentido.

El segundo acto de Interstellar es una sucesión de demoras en segmentos de la trama que hacen que tires -imaginariamente- de la mano del niño al que no puedes soltar y le digas «venga, vamos a la siguiente atracción , que en esta ya te has montado nueve veces».

El tercero, el desenlace, es lo más parecido que he visto en mucho tiempo al «devuelve a la caja todo lo que has sacado para jugar porque nos vamos y, como quede algo fuera, no te traigo más».

En general, la sutileza no tiene sitio ni tiempo: la película es como una carretera llena de agentes de movilidad que te señalan cuándo, cómo y de qué modo tienes que conmoverte y asombrarte. Si en algún momento (los hay) aceleras y crees que la cosa cambia, tienes que frenar porque hay embotellamientos, colapso, atasco. Interstellar es cine atascado que puede no parecerlo porque se adapta bien a la sensibilidad de un buen número de espectadores que buscan profundidad sin pico y pala. Es el «efecto profundidad».

Interstellar me parece un parque temático y, quizás, como tal, sea satisfactorio. No lo sé. Yo soy poco de parque. Menos de parque de atracciones. Nada de parques temáticos.

Ficha Técnica

  • Fotografía: Hoyte Van Hoytema
  • Montaje: Lee Smith
  • Música: Hans Zimmer
  • Duración: 169 min.
  • Distribuidora: Warner
  • Público adecuado: +12 años
  • Estreno en España: 7.11.2014
USA-Reino Unido, 2014
Suscríbete a la revista FilaSiete

Salir de la versión móvil