Iron Man 3

Iron Man 3: Hombre de hierro pero con menos coraza

La tercera entrega mejora la segunda. Entretenida, espectacular, con un personaje más de carne y menos ferruginoso.

La tercera entrega de Iron Man 3 no aporta grandes sorpresas respecto de las anteriores: ya sabemos que Tony Stark es Iron Man, que tiene mucho dinero, que es un genio y que su bella secretaria es, además, su novia.

Su contacto con el mundo civil/militar es el coronel Rhodes (Don Cheadle), que también se pone la armadura de hierro cuando hace falta. Esta vez su archi-enemigo es el Mandarín, conocido por los lectores del comic, aunque no todos los poderes que tenga en la pantalla coincidan con los que tenía en el tebeo. Fans, sed indulgentes con los guionistas. Hay otra diferencia con las anteriores entregas y con las historias de papel, Robert Downey Jr y Gwyneth Paltrow van a más, su historia personal gana profundidad y ello da brío a la aventura, al hacer más vulnerable al héroe.

Dirige la película Shane Black, guionista inteligente cuya única otra realización anterior Kiss Kiss Bang Bang (también protagonizada por Robert Downey Jr., no fue un éxito, pero tenía fuerza e ingenio).

Esta vez las cosas han ido mejor; Black, respetando los personajes de la Marvel, aporta su granito de arena e incorpora al reparto a Jon Favreau -secundario de lujo y productor de la película-, a Ben Kingsley y a Guy Pearce, lo que da empaque al conjunto.

Por lo demás, el equipo técnico es insuperable, la película tiene un ritmo impresionante, visualmente espectacular y el 3D es apañado, aunque no hace falta verla con gafas y en relieve para disfrutar de la tercera entrega de Iron Man.

Dos avisos postreros: viene como precuela de Los Vengadores 2,  y tras cinco minutos de títulos de crédito finales, nos regalan una secuencia sorpresa muy simpática.

Sin duda el mejor y más divertido Iron Man hasta la fecha.