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Jojo Rabbit

Farsa sobre el nazismo que revisa la condición hu­mana, el fanatismo, el racismo y la manera de contar la historia

Jojo Rabbit (Taika Waititi, 2019)

Jojo Rabbit: Mi amigo Hitler

· Jojo Rabbit | Estreno 17 de enero de 2020.

· Esta farsa permite decir una serie de verdades sobre la condición hu­mana, el fanatismo, el racismo y la manera de contar la historia. Na­da nuevo pero siempre viene bien re­cordarlo. Aspira a 6 Oscar.

Jojo Rabbit | Jojo, un crío de diez años, habla con su amigo invisible mientras se pre­para para ir al campamento de un fin de semana de duración. Todo muy normal salvo que estamos en Alemania, en plena Segunda Guerra Mun­dial. El amigo invisible de Jojo es Adolf Hitler. El campamento es para las juventudes hitlerianas, don­de los jóvenes aprenden a luchar y las jóvenes a producir nuevos arios. El padre en el frente y la madre… la madre oculta algo muy relevante.

Taika Waititi, director neozelan­dés, autor de Thor: Ragnarok, ha rea­lizado una obra arriesgada, una ori­ginal trasposición de la novela Caged Skies de Christine Leunens. Tan­to es así, que apenas se reconoce el texto original: la novela, con una potente carga de ironía, es se­ria. Johannes y su protegida son de una edad similar; Hitler-amigo in­visible no aparece; y buena parte de las tácticas y personalidades po­lí­ticas que denuncia recuerdan -deli­beradamente- tácticas y persona­li­dades políticas de nuestros días. Ca­ged Skies es mucho más que una no­vela histórica.

La versión Waititi re­sulta una comedia histórica alocada acerca de la maduración de un jo­ven inocente, equivocado por culpa de su entorno, por querer hacer co­mo todos y porque es difícil y peli­gro­so cuestionar la verdad oficial que presentan cada día. En palabras de la niña Elsa, «no eres un nazi, Jojo. Eres un niño de 10 años, a quien le gusta po­nerse un bonito uniforme y quiere pertenecer a un club«.

Esta peculiar historia mantiene to­do el tiempo un equilibrio inesta­ble con dos tramas paralelas: la de Jo­jo y su amigo invisible, y la de Jo­jo y el mundo real, primero en el campamento, luego en casa; con su ma­dre en primer lugar, con Elsa después.

Son dos historias diferentes, la pri­mera promete una farsa desterni­llan­te, que no se realiza, y cede el pa­so cada vez más ante la realidad del mundo en general, y la presencia de Elsa, en particular. El elemento unificador será el extraño sentido del humor del director que da a cada se­cuencia un carácter ama­blemente ab­surdo en el que ca­be todo. Ro­man Griffin Da­vis (Jojo), con sus diez añitos, hace un trabajo antológico.

Esta farsa permite decir una serie de verdades sobre la condición hu­mana, el fanatismo, el racismo y la manera de contar la historia. Na­da nuevo pero siempre viene bien re­cordarlo. Del trabajo actoral son des­tacables los niños, Waititi tiene una extraordinaria mano con ellos y, junto a Roman Griffin Davis, es­tá Archie Yates, que encarna a Yor­ki, el amigo gordito y gafotas de Jo­jo, que se come la pantalla en ca­da oca­sión. Waititi, judío él, esco­gió el papel de Adolf Hitler, para jo… bien, dijo.

Ficha Técnica

  • Fotografía: Mihai Malaimare Jr.
  • Montaje: Tom Eagles
  • Música: Michael Giacchino
  • Duración: 138 min.
  • Público adecuado: +16 años (V)
  • Distribuidora: Fox
  • EE.UU. (Jojo Rabbit)  2019
  • Estreno: 17.1.2020
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Reseña
s
Historiador y filólogo. Miembro del Círculo de Escritores Cinematográficos. Ha estudiado las relaciones entre cine y literatura. Es autor de “Introducción a Shakespeare a través del cine” y coautor de una decena de libros sobre cine.
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