K-pax: Loco o extraterrestre

Un extraterrestre llega a la Tierra. Una historia tan simple como ésta, explotada hasta la saciedad por el cine y la televisión, cobra una nueva perspectiva en esta película. Más de un intelectual se atreve hoy día a afirmar que todas las historias están contadas y que lo único que cambia es el punto de vista. No voy a entrar en si caben o no historias nuevas o a afirmar, como Ronald B. Tobias en su libro El guión y la trama, que las historias se dividen en búsqueda, aventura, persecución, enigma, amor, maduración y así hasta veinte tipos distintos de tramas. El caso es que los guionistas actuales deben tomar géneros manoseados en cien años de cine y convertirlos en algo original y nuevo ante nuestros ojos. No es fácil, por supuesto; pero ¿quién dijo que el oficio de guionista lo fuera? Y aquí estamos ante un claro intento de renovar un género y donde se cambia el punto de vista al que estábamos acostumbrados. Porque una historia del tipo que nos narra K-pax, hasta ahora siempre encuadrada en el género de aventuras, se verá convertida aquí en una historia de enigmas. ¿Será el protagonista auténticamente un extraterrestre, o será simplemente un loco? Ésta es la pregunta sobre la que gira toda la película.

K-pax acude al tema de la llegada del extraterrestre tomándolo de una forma naturalista. Podría ser al cine de ciencia ficción lo que El sexto sentido es al cine de terror, pues los acontecimientos son presentados desde una visión más próxima y humana, donde los efectos especiales están ausentes y los personajes actúan como podría hacerlo el hombre medio. Más que una narración de aventuras es una invitación a ver con nuevos ojos la realidad que nos rodea. A descubrir de nuevo el mundo con todas sus glorias y miserias. Y a admirar la vida de una forma limpia, como si acabáramos de aterrizar en este planeta, donde a menudo nos sentimos más maravillados de los personajillos que habitan cualquier programa de cotilleo que de la existencia de un ruiseñor azul.

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El director, Iain Softley, sabe encajar todos los elementos alimentando siempre la duda y manteniendo al espectador en un área de confusión sobre la identidad del protagonista, y en medio de este suspense aún sabe sacar partido a las historias cruzadas, incrustando con habilidad en la trama los conflictos familiares del psiquiatra interpretado por Jeff Bridges, y consiguiendo un variado fresco de los personajes que habitan en el psiquiátrico. Pero es sobre todo un guión inteligente lleno de sugerentes diálogos.

Cabe igualmente señalar la confrontación de estilos interpretativos. Por un lado, Kevin Spacey moldea un personaje rico en matices a base de intrincados métodos actorales basados en la interiorización al más puro estilo stanislavsky, en un papel tan ambiguo como todos a los que nos tiene acostumbrado este excelente actor. Por otro lado está Jeff Bridges, a quien los años le están prestando cada vez más presencia física, que ataca su actuación con una encarnación mucho más simple de método invisible, al viejo estilo de Hollywood.

Ficha Técnica

  • Música: Christopher Young
  • Fotografía: John Mathieson
  • Montaje: Craig McKay
  • País: EE.UU.

EE.UU., 2001

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