· Crítica Knight of Cups | Estreno 18 de septiembre de 2020.
· Inolvidable poema audiovisual de un Malick que baja a los infiernos del ser humano que confunde el amor con las experiencias amorosas.

Knight of Cups: Vagando por Sodoma

Más alto, más alto

La séptima película de Malick llega a España con cinco años de retraso. Formó parte de la sección oficial del Festival de Berlín, donde tuvo lugar su estreno mundial el 8 de febrero de 2015. Knight of Cups se distribuye ahora en España después de la magistral Vida oculta (2019).

La película de impresionante reparto como es habitual en Malick, sigue los pasos del guionista Rick (Christian Bale) que va de aquí para allá en Hollywood y Las Vegas siempre rodeado de gente, siempre solo, a la deriva en un mar de insatisfacción. Knight of Cups es la carta del tarot que describe a un aventurero romántico guiado por sus emociones.

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El director de To The Wonder hace un duro retrato de la banalidad de la vida disipada y hedonista en la meca del cine y un muy personal ejercicio de memoria biográfica: Malick estudió cine en Los Angeles a final de los años 60 y dio allí sus primeros pasos como guionista, casándose por primera vez. El relato es una suerte de paráfrasis de El progreso del peregrino, la célebre novela alegórica de John Bunyan, publicada en 1678.

Hace cinco años, cuando vi la película, escribí: “Me he quedado devastado. La película es trágicamente hermosa. «I dreamed a dream». El padre misericordioso (y el hijo pródigo), las flores del mal, el fragor de los cuerpos en ese campo de batalla, tanta carne profanada… Las cadenas de la concupiscencia, el pecado que ancla la carne en la bahía del diablo donde se deja de ver el mar abierto y solo se ve el agua estancada (ay, Malick, qué genial metáfora la de las piscinas de Bel Air).

La vida vivida y la vida contada, la vida soñada. El drama del storytelling que tiene que vivir la propia vida y vidas ajenas, el infierno-desierto californiano como lugar dantesco: Flight from the City of Destruction es el título de la primera parte del libro The Pilgrim Progress de John Bunyan, que se cita al comienzo de la película.

Si entras en comunión con la oración de Malick (que se une a la plegaria de Bunyan, curiosamente perseguido por los anglicanos en el XVII), la película es tremenda, te deja el alma en carne viva. La voz de John Giel­gud recitando:

«El progreso del peregrino desde este mundo al que ha de venir: entregado en virtud de la similitud de un sueño en el que es descubierto, la suer­te de su escapada, su peligroso viaje; Y la lle­gada segura al país deseado. Mientras caminaba por el desierto de este mundo, llegué a cierto lu­gar donde había una cueva, y me recosté en ese lu­gar para dormir: y mientras dormía, tuve un sue­ño. Soñé, y he aquí que vi a un hombre vestido de harapos, de pie en cierto lugar, vuelto de espaldas a su propia casa, con un libro en su mano y una gran carga sobre sus espaldas».

Es muy significativo que la película se abra con un men­saje blanco sobre negro en el que los productores pi­den a los exhibidores que pongan el volumen alto…

Señales en un viaje destructivo

En Knight of Cups, Malick dialoga por primera vez con la Sodoma posmoderna (la segunda será Song to Song), y la imaginería del mexicano Emmanuel Lubezki, ganador de tres Oscar a la fotografía, es bellísima y audaz, entrando en los dantescos escenarios de la noche ca­liforniana, introduciéndose con una estética deslumbrante por los vericuetos del desenfreno y la banalidad del mundo de la fama y el éxito del lado más frívolo e in­sustancial de Hollywood. El contraste son los desiertos que rodean Los Angeles y las playas de Malibú, como es­pacios de soledad, propicios para detectar las señales que Dios no deja de enviar. La película no es solo espiritual, es una película profundamente cristiana.

Cristian Bale es Rick, un guionista en Hollywood

El actor Wes Bentley (Encontrarás dragones), que interpreta al hermano del guionista Rick, comentó después de ver la película en su montaje definitivo:

Cuando voy a ver una obra de Terry, voy con una actitud diferente. Es un poco como ir a una instalación artística, como escuchar una larga pieza musical o leer un poema. Me doy cuenta de que no me van a decir lo que espero; por eso, me siento y limpio mi mente y tomo lo que este artista me ofre­ce. Dejé que la película cayese como el agua so­bre mí. Esto se parece más a ir a escuchar una sin­fonía que, digamos, a ir a ver Transformers.

Es el tipo de película que podría imaginar proyec­ta­da en las paredes de una galería de arte. Sí. Me re­cordó la idea que tenía cuando era niño de có­mo se hacían las películas: una cámara que giraba y capturaba cosas normales. No entendía qué era el montaje, la iluminación o la interpretación. So­lo vi una película como algo mágico que reúne gran­des momentos de la gente.

El diseñador de producción Jack Fisk es el colabora­dor más antiguo y uno de los mejores amigos de Malick. En una larga entrevista con Nick Pinkerton para la revista Reverse Shot, propiedad del Museum of The Mo­ving Image, que programó una retrospectiva sobre la trayectoria de Fisk, declaró:

Elegimos muchas localizaciones por ser minimalistas y muy hermosas. Eran sitios caros, símbolos de status. Las casas, las propiedades, los coches, la ropa de la gente. Es un mundo de apariencia don­de encuentras muy poco consuelo si quieres ser mejor persona. Pienso que esto era Hollywood y Las Vegas es aún peor. Hemos empezado a ser co­mo anuncios, aspiramos a las cosas que vemos en las revistas, queremos que nos pasen por el Pho­toshop antes de salir a la calle.

Para mí, Los Angeles representa todas las tenta­cio­nes y seducciones que todos afrontamos cada día, lo que nos evita disfrutar la vida, estar sa­tisfechos, de tener tiempo. […] Por eso son siem­pre importantes esas imágenes de los estudios, de los platós, con esos falsos edificios. Caminas entre edificios que no son más que decorados.

Cuando vi la película, quise verla solo, sin dis­traccio­nes. Que me inundase, y creo que la com­pren­dí. Todos llevamos muchas cosas a una pe­lí­cu­la cuando la vemos, afectará de manera distinta a distintas personas.

Knight of Cups supone una depuración de la poética ma­lickiana, con una nueva reivindicación del gran relato ontoteológico, cuya posibilidad niegan los principales dis­cípulos de Heidegger como Foucault, Derrida y Gadamer. No ha de sorprender el rechazo que provoca este ti­po de película en un sector de la crítica y del público, que se alinea con amplios sectores académicos del análi­sis narratológico y la teoría de los lenguajes literario y fíl­mico, que anatemizan la pretensión de trascendencia so­brenatural en el arte.

Knight of Cups (2015)
Knight of Cups (2015)

Su afán por romper el hechizo de su desencanto, lle­va a Rick a una serie de aventuras con seis mujeres se­ductoras: la rebelde Della (Imogen Poots); su ex espo­sa, la médico Nancy (Cate Blanchett); una modelo, la se­rena Helen (Freida Pinto); una mujer casada a la que tra­tó injustamente en el pasado, Elizabeth (Natalie Port­man); la vital y juguetona stripper Karen (Teresa Pal­mer); y la inocente Isabel (Isabel Lucas), quien le ayu­da a ver el camino a seguir.

Rick camina aturdido por un paisaje de ensueño extraño y abrumador; pero, ¿puede despertar a la belleza, a la humanidad, a los ritmos de la vida que le rodean? Cuan­to más profunda es su busca, el viaje se convierte en su destino.

No estamos ante el llamado cine de montaña, que re­quiere del espectador una disposición a la subida. Es ci­ne de alta montaña, para escaladores. Como bien seña­lan Bentley y Fisk, la película es una catarata que te inun­da, que te anega. Pero con Malick puedes bucear ha­cia la superficie y comprobar que es muy sabia la sentencia agustiniana que suena expresamente en la película: Ama, y haz lo que quieras.

(*) Esta crítica, escrita con enorme dolor, la ofrezco
con inmenso cariño y agradecimiento a Cristina Abad,
subdirectora de FilaSiete, con quien tanto he hablado
sobre Terrence Malick. A Cris le fascinó la película

Ficha Técnica

  • EE.UU., 2015
  • Fotografía: Emmanuel Lubezki
  • Montaje: A.J. Edwards, Keith Fraase, Geoffrey Richman, Mark Yoshikawa
  • Música: Hanan Townshend
  • Diseño de producción: Jack Fisk
  • Vestuario: Jacqueline West
  • 118 min. +18 años (X)
  • Distribuidora en España: Avalon
  • Estreno: 18.9.2020
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