La buena vida

Aunque hay cierto ingenio y saber contar en cada una de las historias, La buena vida es otra muestra más de “ese viaje hacia la nada” que cantaba Aute

La buena vida (2008)

La buena vida: De Goyas y bostezos

Andrés Wood (Concepción, 1965) es uno de los poquísimos directores chilenos reconocidos internacionalmente, sobre todo por su película Machuca, sobre el golpe militar de 1973. Hace unos meses recibió el Goya a la mejor película de habla hispana por esta película que entrecruza cuatro historias chilenas de personajes de la calle.

Teresa (Aline Kupenheim) es una psicóloga que da clases de prevención sexual y descubre por su ex-marido que su hija se ha quedado embarazada. Edmundo (Roberto Farías) es un peluquero que debe elegir entre comprarse el coche de sus sueños o pagar los gastos funerarios tras la muerte de su padre. Mario (Eduardo Paxeco) quiere entrar a la filarmónica pero sólo consigue un puesto en el ejército para tocar música militar. Patricia (Paula Sotelo) sobrevive muda y deambulante en una ciudad que ignora su estado enfermizo.

Aunque hay cierto ingenio y dotes narrativas en cada una de las historias, La buena vida es otra muestra más de «ese viaje hacia la nada» del que hablaba Aute. Las cuatro historias terminan sin más, como queriendo recalcar que no quieren tener ningún significado. Y esto, que podía ser una virtud, es un defecto (por otra parte frecuente en el cine actual) que acaba por distanciar al espectador que termina la película con cara de póker. Y es que, detrás de esa aparente objetividad narrativa, está (mejor, no está) el fondo de tanta película de ahora: no hay nada que hacer, no tenemos remedio, los sueños no sirven más que para tener que despertarse… Un diagnostico tan trillado, genérico y perezoso se merece un bostezo y un buen Goya.

Ficha Técnica

  • Miguel Littín
  • Andrea Chignoli
  • Música: José Miguel Miranda, José Miguel Tobar
  • Duración: 108 min.
  • Público adecuado: +16 años
  • Distribuidora: Alta
  • Chile, 2008
  • Estreno: 3.4.2009
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