La conspiración del pánico

La conspiración del pánico: Lucha contra el crono

La conspiración del pánico | Dos actores jóvenes de buen nivel pro­­tagonizan este thriller conspirativo-tecnológico con una sucesión ex­­tenuante de persecuciones en lucha con­­­tra el crono. La historia es muy poco ori­ginal: los guionistas han tomado de aquí (2001, Alien, Conspiración) y de allá (la sa­ga Bourne, El hombre que sabía demasiado) para hacer cine de acción vertiginosa, con pretensiones de imitar los memorables enredos hitchcocktianos, en los que un tipo normal se enfrenta a una situación anormal en compañía de una mujer que apa­rentemente no le casa demasiado.

La verdad es que no lo consiguen. Casi to­do es tosco en este viaje a 1.000 por ho­ra en dirección a uno de esos finales apoteósicos que tanto gustan a las majors. Em­pezando por la atronadora música chun­­da-chunda y terminando por la rigidez de unos personajes con los que es casi imposible identificarse, tal es la intensa sensación de inverosimilitud que transmiten. Cuando imprimes un ritmo tan acelerado a una película de acción debes tener motivos para que tus personajes corran y aquí todo se reduce -una vez más- a un conflicto de una pobreza sonrojante, por mucha pa­rafernalia que lo acompañe.

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El generoso esfuerzo de producción termina dañando aún más a la película, exenta del más mínimo sentido del humor, fría y airada. A Eagle eye (así se llama esta cin­ta espantosamente retitulada) le viene al pelo el viejo chiste: dos indios cabalgan al galope en el mismo caballo. Uno de ellos cae aparatosamente. El jinete refrena al potro y dice “¿Te has caído, Ojo de Águila?”. El caído responde: “Me has tirado, Hijo de p…”. Dirige D. J. Caruso (Dis­turbia, Apostando al límite), un realizador que no termina de cuajar una buena película.