Inicio Críticas películas La correspondencia

La correspondencia

Olga Kurylenko insufla vida a esta cinta menor de Tornatore, que vuelve a plantearnos una historia de amor idealizada

La correspondencia: Tornatore y el amor

· Una película de Tornatore, con Olga Kurylenko y Jeremy Irons, y música de Ennio Morricone es, «a priori», algo que hay que ver.

Olga Kurylenko interpreta a Amy, joven estudiante de astrofísica, que compagina sus estudios de doctorado con un trabajo de actriz, que se juega la vida en pésimas películas de acción. Amy mantiene un romance con Ed Phoerum, un prestigioso profesor, mucho mayor que ella. Su historia comenzó seis años antes, cuando el profesor Phoerum la orientó en sus estudios. Ed y Amy viven en ciudades diferentes y la mayor parte de su relación es telefónica, epistolar -manual o electrónica- y por videoconferencia. Un día él desaparece, dicen que ha muerto, pero Amy no puede creerlo, ya que ella sigue recibiendo, oportunamente, cartas, vídeos, regalos y felicitaciones.

Una película de Tornatore, con Olga Kurylenko y Jeremy Irons, y música de Ennio Morricone es, «a priori», algo que hay que ver; y no cabe duda de que La correspondencia tiene muchos elementos de interés; aunque conviene decir a aquellos que sueñan con Cinema Paradiso o con La leyenda del pianista en el océano que, aunque esta cinta apunta maneras, está lejos de aquellas dos cumbres de la filmografía de Tornatore.


El veterano director sigue jugando al mismo juego de aquellas dos películas: una historia de amor idealizada, parte de ella narrada a través de imágenes que no se corresponden con la realidad, sesudas metáforas para hablar del sentido de la vida, una banda sonora de Ennio Morricone que sabe dar a Tornatore aquello que necesita (no en vano llevan un cuarto de siglo trabajando juntos) y, a la postre, solo nos queda, nos salva, nos redime, el amor.

Queda claro que La correspondencia es interesante y, formalmente, muy bella; también que  es una construcción artificial, sin duda pedante, pero no cabe duda de que todo el artificio es deliberado, y que si se aceptan las reglas del juego que impone el director, funciona. Olga Kurylenko tiene que echar mano a todos sus recursos, ya que está en pantalla el ochenta por ciento del tiempo, insuflando vida a un personaje de novela (Tornatore ha editado la novela poco antes del estreno), una joven inteligentísima que lleva una vida caótica por causa de un trauma que sufrió años atrás, y a quien la extraña relación con Ed, que resulta ser un gran amor totalmente sincero [sic], será lo que la salve a ella, y dé sentido y felicidad a los últimos días de aquel.

Irons lo tiene mucho más fácil que Kurylenko, siempre lo vemos a través de la pantalla de ordenador, haciendo de británico maduro, inteligente y encantador; pero ese registro lo domina de modo admirable. La distancia contribuye a la irrealidad del todo, y la astrofísica no es el tema más sencillo para reflejar una fantasmal relación amorosa, pero el citado cuarteto logra crear una poderosa impresión en el espectador que sabe qué va a ver, una bella fábula, artificiosa, ejecutada por un equipo muy veterano.

Cabe decir que la mayoría de los reproches que se le hacen y han hecho tratan de lo que Tornatore pudo hacer, y no de lo que ha hecho. Se trata de una obra menor de un buen director, lo que no es poco.

Ficha Técnica

  • Fotografía: Fabio Zamarion
  • Montaje: Massimo Quaglia
  • Música: Ennio Morricone
  • Duración: 116 min.
  • Público adecuado: +16 años (X-)
  • Distribuidora: Filmax
  • Italia (La corrispondenza), 2016
  • Estreno: 22.7.2016
Suscríbete a la revista FilaSiete

Reseña
s
Historiador y filólogo. Miembro del Círculo de Escritores Cinematográficos. Ha estudiado las relaciones entre cine y literatura. Es autor de “Introducción a Shakespeare a través del cine” y coautor de una decena de libros sobre cine.
Salir de la versión móvil