La cuadrilla

Ken Loach pone en el paredón a los responsables del proceso de privatización de la British Rail

La cuadrilla: Tanta injusticia…

Desde Tiempos modernos (Chaplin) hasta Billy Elliot (Stephen Daldry), pasando por La ley del silencio (Elia Kazan), muchos han sido los directores que han denunciado alguna situación laboral conflictiva, alguna injusticia de empresarios o sindicatos. El cine de Loach también lo hace. Lo ha hecho tanto que, esta vez, satura. En La cuadrilla, pone en el paredón a los responsables del proceso de privatización de la British Rail.

Nada hay que objetar a este cine necesario; ni a la acertada elección del tono tragicómico; ni a la profesionalidad y mérito de un elenco anónimo; ni a la autenticidad de su historia (de hecho es una historia real). Pero sí a que el compromiso del director de Ladybird, Ladybird implique tan poquita innovación de subtramas, de vidas… Al salir del cine me preguntaba, ¿dónde he visto antes la secuencia en la que se les explica a los trabajadores la nueva situación de la empresa ferroviaria? La respuesta es algo decepcionante: en la anterior película del británico, Pan y rosas.

Sin embargo, esta reiteración no debería desmerecer el trasfondo de La cuadrilla: la importancia de la seguridad laboral, la razón de ser de la dignidad personal, el drama de vivir para sobrevivir, la desesperación que supone saber que «pierdes hagas lo que hagas». Lo mejor de la cinta, sin duda, la divertida banda sonora a ritmo de jazz, de la mano de George Fenton.

Ficha Técnica

  • Música: George Fenton
  • Fotografía: Mike Eley, Barry Ackroyd
  • País: Gran Bretaña  
  • Año: 2001
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