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La dama de hierro

La oscarizada actriz Meryl Streep borda el personaje de una de las mujeres con más poder de la historia contemporánea en una cinta que peca de exceso de ambición

La dama de hierro (2011), de Phyllida Lloyd

La dama de hierro: Ferring Street

Meryl Streep tiene todas las papeletas pa­ra llevarse su tercera estatuilla por su ca­racterización (nunca mejor dicho) de la pri­mera ministra británica Margaret That­cher, una licenciada en Ciencias Químicas de Oxford, que luego se hizo abogada y sal­tó a la política para ser todo lo que no ha­bían sido las mujeres en el Reino Unido, par­lamentaria con 34 años, ministra con mi­nisterio de los considerados clave con 45, jefa del partido conservador y primera mi­nistra con 54 durante 11 años, entre 1979 y 1990.

La veterana actriz norteamericana (62 años) vuelve a demostrar que es carne de ci­ne, capaz de dar vida a los más diferentes personajes. En este caso, además, la ac­triz se presta a un triple salto mortal: in­terpretando -en varios momentos de su vi­da- a una persona viva y archiconocida. El más difícil todavía.

La verdad es que con semejante actriz y se­mejante personaje -al margen de cuestio­nes políticas, la vida de la líder británi­ca da para escribir un puñado de guiones- parece sencillo hacer una película mag­nífica, que es lo que no es La dama de hie­rro.


Phyllida Lloyd (Mamma mia) dirige una cinta notable que se ve con indudable in­terés -hay historia y hay una actriz que no deja que despegues los ojos de la panta­lla-, pero la película hace aguas por muchos flancos, quizás por exceso de ambición. Lloyd y su guionista Abi Morgan (Shame) han querido hacer muchas pelícu­las en una. Una cinta sobre una mujer que rompió todos los moldes, otra sobre un gran personaje con alzheimer que sufre alucinaciones, otra de un sólido matrimo­nio que tiene que bandear el éxito de la mujer y una última película de dura críti­ca social y política.

La historia va dando bandazos y alterna mo­mentos de indudable interés -especialmen­te aquéllos que cuentan la vida pública de Margaret Thatcher– con otros más rei­terativos -los que muestran a la anciana y casi demente política.

Por otra parte, la película -quizás para evi­tar cualquier tipo de hagiografía tan tí­pica de los biopic- no deja nunca de juzgar con dureza a la líder conservadora: le da un buen repaso sin demasiados contrapun­tos en los temas más conflictivos de su mandato, lo que dificulta que el especta­dor llegue a empatizar con el personaje.

Estos dos fallos hubieran hecho naufragar al Titanic… siempre y cuando no hubie­ra un portento que lo salve. Aquí lo hay. Y ahora, empiecen a leer otra vez la crí­tica por el principio.

Ficha Técnica

  • Fotografía: Elliot Davis
  • Montaje: Justine Wright
  • Música: Clint Mansell, Thomas Newman
  • País: Reino Unido
  • Duración: 105 m.
  • Público adecuado: +16 años
  • Distribuidora: Wanda
  • Estreno: 5.1.2012

The Iron Lady, 2011

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