La decisión de Anne: Saber vivir, saber morir

¿Qué harían los padres de una niña con leucemia cuya única esperanza radica en una hermana programada genéticamente para salvarla? ¿Qué haría la hermana cuando, unos años después, tuviera responsabilidad sobre sus actos y libertad para decidir lo que hacer con su vida? ¿Qué haría la enferma si viera el daño que la leucemia está ocasionando en toda su familia?

Cassavetes (El diario de Noa) vuelve a adentrarse en un relato muy emotivo que enfoca el drama de cada uno de los personajes. Basándose en el libro de Jodi Picoult, La decisión más difícil, la película se acerca a temas como los límites éticos  de la ciencia, el libre albedrío, la enfermedad, la incapacidad para aceptar la muerte y el empeño por prolongar la vida a toda costa, todo en el ámbito de una familia con una hija gravemente enferma. Y lo hace de manera notable, ayudado por un soberbio montaje de Jim Flynn y Alan Heim (un dúo que, por cierto, ya encontramos en Alpha Dog). Es brillante la manera de intercalar distintos puntos de vista sobre el mismo conflicto a través de la voz en off de cada uno de los actores. Esas voces nos llevan a revivir unos flashback que sirven no sólo para comprender el presente de la historia, sino para dar entidad a los personajes.

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En esos retornos al pasado salen a la luz otros conflictos que, a la sombra de la enfermedad de la hermana, han quedado relegados al olvido. De este modo, se va perfilando una gran variedad de caracteres con sutiles y delicados matices, sin caer para nada en la simpleza. También se perfilan situaciones, algunas de las cuales nos proporcionan un momento de respiro en medio de tanto drama.

La voz que arranca y termina la historia es la de Anne, la niña fabricada genéticamente para servir de donante a su hermana. Con sus 11 años, Anne se rebela contra la misión (su cosificación), tan escrupulosamente programada. Se entiende que, en algunos momentos, se trasluzca de fondo una filosofía dulzona y fácil, ya que es el resultado de confiar la narración de gran parte de la historia a una niña de 11 años. Lo que no se entiende tanto es la pose nihilista en los comentarios de la niña.

El reparto cumple muy bien: Cameron Díaz en su primer papel verdaderamente dramático y una crecida Abigail Breslin mueven bien los hilos de sus personajes. Tanto la fotografía como la música contribuyen a elevar la temperatura dramática, a veces, excesiva, por lacrimógena y sensiblera.

Pese a sus logros (hay que reconocer que afronta un asunto espinoso, ya planteado en la sociedad; y lo hace sin discursos favorables o contrarios, sirviéndose de la exposición de lo que cuenta), en la historia del filme -y sobre todo en el giro del final- hay algo que no termina de convencer. Da la impresión de que Cassavetes no se atreve a ir más allá.


▲ La profundidad de los personajes.

▼ La ambigüedad que domina el relato.

Ficha Técnica

  • País: EE.UU. (My sister’s keeper, 2009)
  • Fotografía: Caleb Deschanel
  • Montaje: Jim Flynn, Alan Heim
  • Música: Aaron Zigman
  • Duración: 106 min.
  • Público adecuado: Jóvenes-adultos
  • Distribuidora: TriPictures
  • Estreno en España: 15/01/2010
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