Star Wars. Episodio II: El ataque de los clones | Réquiem por la Fuerza

Para los que hemos crecido y soñado con La guerra de la galaxias, el anuncio de la aparición de una trilogía, a modo de precuela y bajo la responsabilidad del equipo original, suponía la realización de un sueño imposible… Sin embargo, los resultados se acercan a la pesadilla.

Si la primera trilogía destacó por la calidad de sus efectos especiales y por la escritura de un guión espléndido, El ataque de los clones abusa de lo primero y desprecia lo segundo. Abrumado por todas las posibilidades que permiten las nuevas técnicas, parece que Lucas ha olvidado que bastantes admiradores de La guerra de las galaxias amamos en ella la construcción de una gran historia.

No conformes con la patatera explicación de la Fuerza (los nucleótidos, que machacaban todo misticismo), en esta entrega los Jedis se convierten en unos pluriempleados que igual sirven para un roto que para un descosido. En nada ayuda a semejantes preliminares la construcción de un universo mucho más desarrollado técnicamente que el venidero, y los préstamos -copias si se quiere- de escenas de Blade runner y Gladia­tor.

Tras media hora de presentación (algo pesada), la acción de desmembra en dos grandes bloques, protagonizados por Obi-Wan y el dúo AnakinAmidala… Una fragmentación lamentablemente desaprovechada por la mala opción de montaje, que descentra al espectador y mutila las historias al dejarlas permanentemente a medias. Es, sin duda, la sorpresa más lamentable de la cinta.

Un poco por montaje, otro poco por el guión, la cinta adolece del mismo mal que Una mente maravillosa: la multiplicidad de tonos. Se pasa de la quietud rosa del romance a la acción más trepidante, del suspense al western más macarrónico (Skywalker en Tatooine) y finalmente a la comedia delirante (no hay otra explicación a la escena de Yoda en el papel de Rambo).

Si en la trilogía anterior este factor fue una virtud por la gran capacidad de Lucas de introducir narraciones diversas que forman un todo coherente, en El ataque de los clones ocurre lo contrario, pues los personajes permanecen planos, sus arcos de evolución no resultan convincentes, y el espectador debe hacer un gran esfuerzo para no sentirse insultado an­te la insistencia en que se lo cuenten todo como si fuera un niño de tres años, que no pue­de entender que Ani echa de menos a su madre sin que se lo repitan cada tres minutos.

Pero más allá de todos los inconvenientes, en la mente de los incondicionales de la saga permanecerá el recuerdo de la magnifica lucha entre Anakin y Dooku (similar a la de Vader y Luke), la música siempre soberbia de Williams, mundos tan singulares y bellos como Kamino, el entrañable R2D2 (aunque emule a Macgiver), el gran trabajo de los intérpretes a pesar de los obstáculos, y escenas de gran belleza, como la lección de astronomía en una clase de padawans.

No es Star Wars pata negra, pero las insistentes referencias a la trilogía ablandarán el corazón de los más exigentes.

Ficha Técnica

  • Fotografía: David Tattersall
  • Montaje: Ben Burtt
  • Música: John Williams
  • Diseño producción: Gavin Bocquet
  • Efectos especiales: Nick Dudman
  • Dirección artística: Phil Harvey, Jonathan Lee
  • País: EE. UU.
  • Año: 2002
  • Título original: Star Wars. Episode II: Attack of the Clones
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