La isla de Bird Street

La isla de Bird Street: Náufrago

Crítica de La isla de Bird Street. Interesante historia de un muchacho judío que vive oculto en un ghetto, durante la represión nazi en la II Guerra Mundial. Una película entrañable que ganó el Oso de Plata al mejor director en Berlín.

Su nombre es Alex, tiene 11 años y es un gran lector. Es judío y vive en un gueto con su padre y su tío. Y destaca porque se divierte leyendo Las aventuras de Robinson Crusoe, la gran novela de Daniel Defoe. Cuando los soldados nazis se llevan a todas las personas del gueto tras una redada, Alex logra esconderse y aprenderá a sobrevivir solo con la compañía de un ratón amaestrado y poniendo en práctica todo lo aprendido en sus lecturas de Robinson Crusoe.

Alex tiene una nueva oportunidad en la vida, y como si fuera el mismo Robinson ha quedado solo en un desierto gueto y debe buscar alimentos, se entretiene mejorando el escondite, lee su libro, y vive la vida de un náufrago en la isla que componen las casas del suburbio abandonado.

Buen trabajo del director Soren Kragh-Jacobsen que tiene otra película sobre muchachos y los nazis en la II GM titulada Los chicos de San Petri (1991). Quizá esta película es aún mejor, la historia está contada con sencillez, siguiendo las vivencias del joven, sus miedos, penalidades, aventuras. El director rueda bien, cuida cada encuadre, cada momento y, acompañado por la música de Zbigniew Preisner, logra reflejar el corazón de una historia dramática, de supervivencia, de lucha… El trabajo del joven Jordan Kiziuk merece llevarse unos cuántos elogios.

La isla de Bird Street está basada en el libro «Una isla entre las ruinas», novela autobiográfica del escritor Uri Orlev, ganador del premio de literatura infantil Hans Christian Andersen de 1996.