La muerte de Luis XIV

La muerte de Luis XIV: Los reyes también mueren

· Contaba el director a los medios en el Festival de Cine Europeo de Sevilla que para lograr que toda acción se concentrara en el rostro de Luis XIV, grabó variaciones de la misma escena durante dieciséis días.

El Centro Pompidou encargó al director catalán Albert Serra un proyecto de performance para un museo en el que el rey Luis XIV debía morirse en directo durante el tiempo que durara la exposición. La idea no llegó a materializarse por falta de presupuesto. Cuatro años después ve la luz en formato película, que narra con precisión científica y documental el proceso de quince días de agonía del Rey Sol.

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Jean-Pierre Léaud hace el mejor papel de su vida en La muerte de Luis XIV, desplegando con contención y verismo todo un abanico de pequeños movimientos, gestos y estertores que cuatro cámaras registran en el espacio mínimo de la estancia real, donde tan solo algunos familiares y el servicio acompaña al monarca tratando de mantener el boato en medio de la patente vulnerabilidad humana.

Contaba el director a los medios en el Festival de Cine Europeo de Sevilla que para lograr que toda acción se concentrara en el rostro de Luis XIV, grabó variaciones de la misma escena durante dieciséis días, muy cerca del personaje, captando la máxima intimidad, casi sin indicaciones al actor, olvidando todo lo preconcebido; y que la clave ha estado en el montaje, que logra mantener la fascinación hasta el final. En eso -dice Serra– “y en el proceso de la muerte que genera una doble dramaturgia: la del proceso en sí y la repercusión de cada gesto del rey en su entorno. De esta forma, la película se crea sola”.