La mujer en la ventana

La mujer en la ventana: Jugando a ser James Stewart

· Crítica de La mujer en la ventana | Estreno 14 de mayo de 2021 en Netflix.
· Tenía todos los elementos para convertirse en una película con gran tirón, pero los cimientos po­co firmes de la novela original res­tan fuerza a la promesa de éxito.

Anna es La mujer en la ventana, una psicóloga infantil que sufre ago­rafobia y pasa sus días observando a sus vecinos. Cuando la familia Ru­ssell se instala frente a su casa, la acción se dispara y, como un James Ste­wart del siglo XXI, Anna ates­ti­gua un asesinato. O eso cree, por­que en esta obra los principales obs­tá­cu­los están dentro de las cabe­zas.

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Adaptar un best-seller ofrece cier­ta seguridad de éxito, y más si lo haces con actores de primera lí­nea (Amy Adams, Gary Oldman, Julianne Moore) y un director con un estilo rico y vibrante que llena la pantalla como Joe Wright (La hora más oscura, Anna Karenina, Expiación). Tenía todos los elementos para convertirse en una película con gran tirón, pero los cimientos po­co firmes de la novela original res­tan fuerza a la promesa de éxito. Demasiadas atracciones e ingredientes sin equilibrio en el guion (que ya die­ron problemas en los pases de prue­ba) conducen la tensión hacia un clímax poco convincente.

Dan Mallory, el autor bajo el pseu­dónimo A.J. Finn, ha sido acusado de estar excesivamente inspira­do por otras obras del estilo y la película peca, sin mala intención, de lo mismo. La mujer en la ventana si­gue la línea de otras adaptaciones de novelas de suspense psicológico con protagonistas femeninos inesta­bles como La chica del tren o Perdida, sin llegar a la altura de la obra de Fincher. Se agradece que deje de la­do el morbo de elementos descar­na­dos, pero Wright -desprovisto de esos espacios amplios en los que se mueve con tanta pericia- busca lu­cir­se en los guiños cinéfilos de la no­vela, acentuando, sin querer, la fal­ta de originalidad del guion. La edi­ción, música y fotografía acompasan la tensión creciente, el espol­vo­reado cinéfilo acentúa el dese­qui­librio tonal de la película y las interpretaciones evidencian unos per­sonajes sin matices.

La mujer en la ventana atraerá a los amantes del thriller psicoló­gi­co más crudo, pero si esperan en­con­trar­se con los prismáticos de Ste­wart y los vestidos de Kelly, sepan que han sido cambiados por trastornos psicológicos, fármacos y mucho al­cohol. Los vicios del siglo XXI no de­jan espacio al suspense puro, lo ti­ñen todo de espectáculo.