La Pasión de Cristo: Un peso abrumador
Cualquier gran película supone una perfecta conjunción de fondo y forma, y La Pasión de Cristo tiene una factura impecable.
Después de años de dedicación a la crítica y a la creación cinematográficas, me he preguntado con frecuencia -a la vista de tanto refrito de versiones de secuelas, de tanto dinero invertido en la compra de derechos de best sellers- sobre la dificultad de hacer una película verdaderamente novedosa y perdurable. ¿Será cierto que están agotadas las historias para el cine?
Después de ver La Pasión de Cristo creo que dentro de unos años será tenida por una obra maestra, una de esas películas imprescindibles en la historia del cine. Paradójicamente se trata de una historia muy conocida, un argumento (las 12 horas que transcurrieron desde la oración en el huerto de los olivos hasta la muerte en un patíbulo de un judío llamado Jesús de Nazaret) por el que no es preciso pagar derechos de autor.
Cualquier gran película supone una perfecta conjunción de fondo y forma. Ciertamente, la película de Gibson tiene una factura impecable. La fotografía de Caleb Deschanel (El corcel negro, El patriota, Ana y el Rey, Elegidos para la gloria) ha buscado -y encontrado- inspiración en los claroscuros de Caravaggio, logrando una película muy pictórica con un hábil manejo de los filtros que contrastan la luz característica del sur de Italia, localización de las escenas al aire libre. El reparto -de muy buen nivel-, la banda sonora de John Debney (Como Dios, El emperador y sus locuras, Spy kids), el montaje, el vestuario, la dirección artística… todo funciona bien, con rigor, con naturalidad.
Mención especial merece el guión. La fidelidad a los cuatro evangelios es total, pero Gibson y Benedict Fitzgerald (un tipo de 55 años que en 1979 adaptó Wise blood, la prodigiosa novela de Flannery O’Connor para que el maestro John Huston la hiciera película) han introducido en el relato bíblico algunos materiales de diversos autores de espiritualidad, fundamentalmente de la mística alemana Catalina Emmerich, que recibió diversas visiones de la Pasión. A mi juicio, el guión tiene un ritmo perfecto, rápido en la narración de los hechos y contemplativo en las escenas. Es muy hábil la introducción de varios personajes que evolucionan en paralelo con el Via Crucis de Cristo. Esas tramas secundarias, siguiendo el principio clásico de la acción-reacción, añaden significados personales al sufrimiento del Dios-Hombre. En este sentido, resalta la figura de María (magnífica la rumana judía Maia Morgenstern), a la que acompaña el espectador desde su intuición del drama de la Pasión hasta su amargo trance en el Calvario a los pies de su Hijo. Verdaderamente, La Pasión de Cristo es también La Pasión de María, vivida como sólo la puede vivir una madre, olvidada de sí hasta el límite de las fuerzas humanas. También la historia de Satán es una historia completa -con un final interesantísimo que no desvelo-, como lo son las de Simón de Cirene, Pilatos y su mujer Claudia Prócula, o Judas.
Las relaciones de los personajes, con un Jesús-Caviezel que apenas puede “actuar” como consecuencia de su cuerpo destrozado, son puro cine: miradas, imágenes que hacen avanzar la historia. En el sufrimiento de Cristo se intercalan pasajes de su vida oculta y pública que, además de un respiro -un consuelo- para el espectador, dan sentido al ensañamiento físico y moral de un momento para el que Cristo se ha ido preparando consciente de que la Cruz culminaría su misión en la tierra.
La evidente calidad técnica y artística de La Pasión de Gibson deparan, en definitiva, un relato creíble, natural y cercano -ciertamente cruel, pero sin caer en un uso gratuito ni exhibicionista de la violencia- alejado del pietismo de otras versiones. Y es esa calidad la puerta que permite entrar en los verdaderos tesoros de esta película. La Pasión me interpela como espectador como ninguna película ha conseguido, haciéndome caer en la cuenta de que tengo mucho que ver en tanto sufrimiento, en tanto dolor. En un momento de la película, Jesús, un despojo humano, mira a cámara -un recurso arriesgado y muy poco usado en el cine para involucrar al espectador- y se inserta un flash back en el que dice a sus discípulos: “Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros”. A mi lado, en el pase previo al que asistí, uno de los más famosos críticos de este país, “malote oficial”, luchó durante todo el pase por no llorar. No lo consiguió.
Javier Aguirreamalloa
Ficha Técnica
- Dirección: Mel Gibson,
- Guion: Benedict Fitzgerald, Mel Gibson,
- Intérpretes: Monica Bellucci, Claudia Gerini, Jim Caviezel, Maia Morgenstern, Hristo Shopov, Mattia Sbragia,
- Fotografía: Caleb Deschanel
- Montaje: John Wright
- Música: John Debney
- Distribuidora: Aurum
- Estreno en España: 02.04.2004
EE.UU., 2004.