La pizarra

La pizarra se inscribe en ese estilo "documental de ficción", que se ha convertido en la señal de identidad de un amplio sector del cine iraní

La pizarra de Samira Makhmalbaf

La pizarra: Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes 2000

Con una pizarra al hombro, un grupo de profesores recorre las montañas kurdas, en la frontera entre Irán e Iraq, a la búsqueda de alumnos. La lucha diaria por la supervivencia no deja a la población ni tiempo ni fuerzas para aprender. Dos profesores, Said y Reboir, se separan del grupo: Reboir encuentra unos niños dedicados al contrabando de objetos robados; Said se une a un grupo de ancianos kurdos que, antes de morir, desean volver a ver la tierra donde nacieron, en territorio iraquí. Las guerra se mantiene siempre en un segundo plano, pero está omnipresente en el constante ruido de las ametralladoras.

La pizarra une con mano segura las dos subtramas paralelas; parece increíble que se trate de una película de una joven de veinte años, aunque la haya rodado en estrecha colaboración con su padre, Mohsen Makhmalbaf (el último filme de éste, Kandahar, se estrenó en España en diciembre de 2001), como explica la propia directora: «La historia es de mi padre, pero yo elaboré el guión definitivo. En el montaje, del que se ocupó también él, estuve siempre presente. No se mostró de acuerdo con todas mis decisiones, pero siempre las respetó». Samira Makhmalbaf califica La pizarra como «un filme sobre tres generaciones»: «Los jóvenes se ven obligados a hacer cosas peligrosas para sobrevivir. Desean aprender, pero las circunstancias se lo impiden. Los mayores se han ocupado poco de ellos. Los profesores -la generación intermedia- intentan trasmitir sus conocimientos a las otras generaciones, pero no llegan muy lejos en su propósito».

Rodada en su gran mayoría con aficionados -sólo Saeid Mohammadi y Bahman Ghobadi, que dan vida a los profesores Said y Reboir, son profesionales- y con imágenes de un bellísimo paisaje agreste, La pizarra se inscribe en ese estilo «documental de ficción», que se ha convertido en la señal de identidad de un amplio sector del cine iraní. La pizarra tiene una especie de continuación en Un tiempo para la embriaguez de los caballos, rodada por el mismo Bahman Ghobadi que interpreta al profesor Reboir en La pizarra, pues en este filme (cuyo estreno aún está sin programar en España; fue premio Cámara de Oro en el mismo Festival de Cannes 2000) profundiza en la vida de los niños contrabandistas en la región kurda fronteriza iraní-iraquí.


Las dos películas son sendos alegatos en favor de la alfabetización de Irán, un cine social en el sentido más literal de la palabra. «Para mí -expone Samira Makhmalbaf– las pizarras son lo único que ha quedado tras la guerra, un objeto concreto, casi un símbolo gráfico de lo que se consiguió salvar». «La pizarra» es sinónimo de ese nuevo comienzo en una región vapuleada por la guerra y la revolución, un nuevo comienzo que ha de pasar infaliblemente por la pizarra de una escuela.

Ficha Técnica

  • Fotografía: Ebrahim Ghafouri
  • Música: Mohammad Reza Darvishi
  • País: Irán
  • Año: 2002

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