La profesora de piano: Retrato de una ambición

· Crítica La profesora de piano | Estreno 17 de julio de 2020.
· El realizador alemán ha querido contar con el mismo actor que interpretó a Niko en su primera película, Tom Schilling (La sombra del pasado), para encarnarse en un persona­je bien distinto.

Crítica La profesora de piano | En su opera prima el director alemán Jan-Ole Gerster hizo lo mejor que se puede hacer en un proyecto de ca­rrera: narrar sobre algo conocido. Oh Boy trataba de un chico que abandona la Universidad y al que su padre le corta el suministro. Un joven solitario y perdido que va­ga por Berlín y que podría ser él mismo.

En su segundo largometraje ha querido contar con el mismo actor que interpretó a Niko, Tom Schilling (La sombra del pasado), para encarnarse en un persona­je bien distinto. Viktor es un joven músico, virtuoso, per­feccionista e inseguro que está a punto de hacer su de­but como compositor bajo la gigantesca sombra de la apro­bación de su madre, Lara, una profesora de piano frus­trada que ha volcado sus deseos de éxito en la preparación de su hijo.

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En su 60 cumpleaños y el día de su jubilación como fun­cionaria, Lara, interpretada por una fabulosa Co­rinna Harfouch -actriz alemana que aquí recuerda al per­sonaje despreciable de Isabelle Huppert en la película de Haneke, La pianista-, es consciente de que está le­jos de llevar una vida plena y de que no ha hecho otra co­sa que amargar la de su marido, del que está separada, la de su hijo, y la de su propia madre. Y aunque la vi­da le ofrece alguna oportunidad, se niega a sí misma la posibilidad de intentar ser feliz. Por eso se debate en­tre celebrarlo precipitándose desde la ventana -no es spoi­ler, aparece en la primera secuencia- o presentándose, sin ser bienvenida, en el concierto de piano más importante de la carrera de Viktor.

Está claro que Gerster apunta maneras de retratis­ta minucioso y, como hizo en su primer filme, sigue los pasos de sus personajes sin prisa, mostrando poco a poco sus propósitos. Y curiosamente tiene un efecto ca­si hipnótico, porque no podemos dejar de observarlos, también por su excelente interpretación. En ocasiones ha expresado que quiere retratar la sociedad en la que vi­ve. En el caso de Lara, la ambición, la intolerancia al error, el peligro de la autoexigencia, el daño que puede in­fligir el autoritarismo en los hijos, la incapacidad de amar, la soledad.

Entonces, apostó por una evocadora fotografía en blan­co y negro. Ahora elige los tonos beige y naranjas, don­de adquiere protagonismo el abrigo de Lara, que actúa como una coraza de su fragilidad interior. Ese color ha­bitualmente asociado a la juventud, felicidad y energía resulta chocante en el rostro afeado por la terquedad y la amargura. La disonancia de la banda so­nora de en­sayos de orquesta no hace otra cosa que re­forzar la in­comodidad y la falta de empatía que senti­mos por es­te extraño personaje cuyo hermetismo va desvelándose po­co a poco y por el que llegamos a sentir un atis­bo de com­pasión.

Ficha Técnica

  • Fotografía: Frank Griebe
  • Montaje: Guillaume Guerry, Isabel Meier
  • Música: Arash Safaian
  • Duración: 98 min.
  • Público adecuado: +16 años
  • Distribuidora: Alfa
  • Alemania (Lara), 2019
  • Estreno: 17.7.2020
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