La soledad de los números primos

La soledad de los números primos: Buena metáfora, mal desarrollo

La soledad de los números primos, de Paolo Giordano, es una original y  extraña novela romántica -tirando a rosa- que ha tenido un enorme éxito editorial y ha sido traducida a 23 idiomas. Se inspiró en una metáfora matemática: los números primos solo son divisibles por sí mismos y por la unidad; y además existen los números primos gemelos, parejas de números primos, como el 17 y el 19, que están muy próximos pero no llegan a tocarse.

Mattia y Alice son solitarios, con nulas capacidades sociales. Ambos sufren de una herida en el alma provocada por una tragedia en su infancia; y, nada más conocerse, los dos se dan cuenta de que han encontrado su alma gemela, a la que tampoco les resulta fácil acercarse.

La película de Saverio Costanzo arranca como un meteoro, luego se hace pesadita y termina por cansar. La primera mitad de la cinta, en la que los protagonistas son niños y en la que el director se esfuerza por transmitir la sugerente imagen de La soledad de los números primos, está llena de atractivo. Lo malo es que una vez se ha creado la metáfora, la historia se detiene, no avanza en ninguna dirección, sólo hay dos seres atormentados que no llegan a conmover, y unas imágenes caóticas que solo tienen significado para aquellos que han leído la novela.

Creo que Saverio Costanzo no ha dado con el tono adecuado para esta historia, en el papel muy romántica, a la que da el tono de una película de terror. El arranque sería Carrie, la parte central parece una historia de adolescentes asesinas; el final es de pesadilla; y el montaje… terrorífico, en inglés horrible.