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La suerte dormida

Con un desarrollo de guión correcto, la película no engancha, es una historia entre tantas que pierde el interés en su afán por cumplir una labor social de cine-denuncia

La suerte dormida: Muy dormida

La suerte dormida nace de una conversación con un abogado sobre un caso real. Un hombre cae en su camión en una mina de sepiolita y muere de frío; poco después, la familia lleva a la empresa a juicio. Tras escuchar esta historia de tintes dramáticos propia de cualquier página de la prensa diaria, Ángeles González-Sinde decide probar su suerte en la dirección tras dos años de trabajo de guión junto a la novelista Belén Gopegui.

«Con espíritu de cursillista», como ella misma dice, González-Sinde vio como directora la posibilidad de derrumbar los límites de la creación del trabajo como guionista y «como era vieja para regresar a la escuela de cine, el único camino era convencer a algún productor de que me dejara dirigir». Así lo hizo, con el apoyo de Gerardo Herrero, González-Sinde firma una primera obra llena de inseguridades, con poca coherencia visual en la planificación y unos actores con grandes capacidades interpretativas, pero que no acaban de creerse la historia.

El protagonismo recae en el personaje interpretado por Adriana Ozores, una abogada atormentada por su pasado. La interpretación forzada de Ozores (El alquimista impaciente, La vida de nadie, En la ciudad sin límites) es agotadora para el espectador, que termina por agradecer la sobreactuación como una especie de alivio a tanta estudiada contención. Lo mismo ocurre con el veterano Pepe Soriano (El último tren, Ángel, la diva y yo) y en menor medida con Félix Gómez (Padre coraje, Besos para todos). Es aleccionador, sobre este particular interpretativo y narrativo, la comparación con El caso Galíndez, la última película de Herrero.


La suerte dormida tiene un desarrollo de guión correcto, pero que no engancha, es una historia entre tantas que pierde el interés en su afán por cumplir una labor social de cine-denuncia (en este caso sobre irregularidades en siniestros laborales). El resultado queda muy lejos del cine político americano de los setenta, o del que hacen Tavernier o Costa-Gavras, referentes de la inexperta directora para llevar a cabo este proyecto, que pasó de puntillas en la reciente Semana Internacional de Cine de Valladolid.

Ficha Técnica

  • Fotografía: Antonio Calvache
  • Montaje: Fernando Pardo
  • Música: Miguel Malla
  • País: España
  • Año: 2003
  • Distribuidora: Alta Films
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