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La venganza del Conde de Montecristo

La novela de Alejandro Dumas ha sido tratada con respeto, no multiplicando las peleas y las tribulaciones del personaje innecesariamente

La venganza del Conde de Montecristo

La venganza del Conde de Montecristo: La aventura continúa

Da cierta alegría ver una película como esta asomarse por la cartelera. La venganza del Conde de Montecristo tiene ese encanto de las antiguas producciones hollywoodienses. Un aire del viejo cine de aventuras clásicas en la gran pantalla donde Errol Flynn o Burt Lancaster solían reinar. Hay que decir que no está concebida según las actuales normas imperantes respecto a las películas de aventuras. Tiene una buscada sobriedad en la forma y en el fondo. En la forma es curioso que un director como Kevin Reynolds, acostumbrado a los excesos de su tocayo Costner con el que filmó Waterworld (1995) o Rapa Nui (1994) -en esta última Costner como productor-, aquí no comete grandes alardes ni desmanes presupuestarios y va a la historia con humildad y sin derroche de medios.

 

Se agradece que no haya cometido las locuras que actualmente perpetra el cine norteamericano con obras clásicas como Los tres mosqueteros, con extraños y vertiginosos movimientos de cámara salpicados de espectaculares efectos especiales a troche y moche, cuando no de antigravitatorios saltos en el aire tipo Matrix (1999). Y respecto al fondo, la novela de Alejandro Dumas ha sido tratada con respeto, no multiplicando las peleas y las tribulaciones del personaje innecesariamente. A partir de las espléndidas producciones de Indiana Jones apareció un tipo de película de aventuras de constante acción, una acción sin descanso que ha sido luego reproducida en otras cintas como Lara Croft (2001) o la saga Aliens.

La venganza del Conde de Montecristo, de Kevin Reynolds

La venganza del Conde de Montecristo no es ese tipo de aventura. Ciertamente tiene acción, piratas, mohosas celdas y duelos a espada; pero tiene también una buena carga de intrigas amorosas y palaciegas, y homenajea la amistad y la piedad por encima del odio y la venganza. Es de agradecer que Kevin Reynolds rescate esta historia con héroe clásico acusado injustamente de agente bonapartista de las garras de las teleseries lujosas, esas que de vez en cuando aparecen por televisión los fines de semana con actores tipo Richard Chamberlain. Y en ese rescate el director logra un producto honesto que da lo que se pide de él. Los actores protagonistas Jim Caviezel (La delgada línea roja) y Guy Pearce (Memento), los dos en muy buena forma, saben prestar con acierto sus rostros a un Edmundo Dantés y a su contrincante el villanísimo Fernando Mondego. Y hay que remarcar la aparición de Richard Harris, como el fraile Faria con el que Edmundo comparte celda en el Castillo de If, cuyas secuencias son sin duda lo mejor de la película.

Ficha Técnica

  • País: EE.UU. (The Count of Monte Cristo, 2002)
  • Fotografía: Andrew Dunn
  • Música: Edward Shearmour
  • Estreno en España: 5 de abril 2002
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Reseña
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Escritor de relatos de terror y misterio, y guionista de cine y televisión. Admirador de Ford, Kurosawa, Spielberg y Hitchcock, no necesariamente en este orden
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