Las vidas de Grace

Las vidas de Grace: La salvación por el amor

Las vidas de Grace | Cretton suministra con sutileza los datos, respetando el ritmo de la vida, superponiendo capas en sus personajes y prestando atención a los detalles.

Cretton suministra con sutileza los datos, respetando el ritmo de la vida, superponiendo capas en sus personajes y prestando atención a los detalles.

- Anuncio -

Películas sobre abusos de menores hay muchas, pero pocas con un tratamiento de tan exquisita sensibilidad como ésta de Destin Cretton. Porque Las vidas de Grace es un trozo de eso, de vida, con toda su complejidad, miseria y grandeza, que habla fundamentalmente de la salvación por el amor y de mirar al futuro aceptando y superando el pasado. Y lo hace muy bien: sin morbo ni adoctrinamiento.

Grace es una joven empleada como supervisora en un centro de acogida para adolescentes. Tiene un novio al que quiere y que le quiere, se vuelca en su trabajo, pero hay piezas en su vida que no encajan y, llegado el momento, el engranaje estalla por los aires. Es a través de la ayuda que presta a Jayden, una chica con problemas que acaba de ingresar, como Grace decide descender a sus propios infiernos.

Cretton lleva cinco años sonando en el entorno del cine indie estadounidense desde que ganó el premio al mejor cortometraje en Sundance con Short Term 12, con la que este film tiene muchos puntos en común. En medio, I’m Not a Hipster, una película presentada en sección oficial del mismo festival.

En su segundo largometraje, muestra el daño profundo que produce el maltrato en la construcción de la propia personalidad y de las relaciones afectivas, la incapacidad para asumir responsabilidades, e incluso para ser feliz, y suministra con sutileza los datos, respetando el ritmo de la vida, superponiendo capas en sus personajes y prestando atención a detalles mínimos pero reveladores  en los rostros, en esos dedos con rasguños autoinflingidos por el miedo y la inseguridad. La fotografía es excelente.

El director y guionista construye un verdadero estudio de personajes con una narrativa propia, hermosa y efectiva, cuyo culmen es la metáfora delicadísima y cruda a un tiempo del cuento del pulpo y el tiburón que Jayden le relata a Grace. Todo un hallazgo narrativo.

Los actores son convincentes, la banda sonora, que solo se deja oír en los momentos clave, como si no quisiera subrayar lo que las imágenes muestran, elegante. Y esa similitud entre el arranque y el final, expresión de cómo a veces la rutina cotidiana esconde el milagro de un cambio sustancial, acertada.

No ha pasado desapercibida en festivales internacionales, como Locarno o Seminci, donde obtuvo el Premio del Público.