Las viudas de los jueves: Las entrañas de la crisis
Los argentinos llaman countries a las urbanizaciones privadas de lujo, paraísos de tranquilidad obscenamente pegadas a las villas miserias. Las viudas de los jueves se sitúa en una de ellas. Cuatro matrimonios asisten a la crisis del año 2001 tras muros y alambres de espino, custodiados por agentes de seguridad armados con fusiles y cámaras de vigilancia. Pese a todo, la muerte se filtra por las rendijas de la vida misma.
Marcelo Piñeyro (Kamchatka, El método) lleva tiempo explorando territorios de desolación, a veces escondidos en trajes de diseño y maletines de ejecutivos. En Las viudas de los jueves adapta la novela del mismo título de Claudia Piñeiro, gran éxito editorial en Argentina. Y pese a fallos puntuales -alguna transición en el montaje, algún tópico en el guión, alguna concesión al morbo…-, la fuerza de la historia se impone desde el misterioso principio.
El flashback es aquí, más que un recurso retórico, la esencia misma de la historia. La película arranca mostrando la muerte de tres de los protagonistas, una muerte líquida, engañosamente hermosa. Flotan los cadáveres en una piscina mecidos por la música, tan acariciadora como inquietante. El recurso retórico nos indica que la película nos va explicar qué ha pasado, pero la realidad profunda que nos va transmitiendo cada escena, cada plano, cambia la dirección hacia una tenebrosa literalidad: la muerte siempre estuvo allí. Desde el principio. Desde que algo se torció en la Argentina. En el ser humano.
La trama avanza con la cotidianidad de las cuatro parejas, problemas de vidas high standing que, sin embargo, flotan sobre una realidad terrible. “Cuando era chico creía en la religión; después creí en la democracia; ahora sólo creo en la guita (el dinero)”, dice el cínico Tano. El resto, hipócritas, lo grita en silencio.
Una estilización apropiada al género
Podría criticarse el hecho de que los personajes desempeñan roles demasiado obvios, con lo que el guión adolece de un cierto esquematismo. Quizá. Pero creo que más bien habría que hablar de una estilización apropiada al género que en realidad apunta, una tragedia griega con todas las de la ley, con coro incluido -las imágenes de los telediarios en los televisores de muchas pulgadas del country muestran los disturbios de la plebe a finales de 2001, cuando se forjó el grito de “Que renuncien (dimitan) todos”.
Un toque social que no hace sino apuntalar la tesis central: el problema es humano. Después del dinero, del absoluto narcisismo materialista, ¿qué queda? Ante el nihilismo rampante, sólo la esperanza insobornable de Ronnie, obstinado en creer que el amor de su familia puede salvarlo. Y la única solución: huir del country… Aunque, seamos justos: no sin antes enseñarnos la vía de escape. Porque, afortunadamente para los prófugos, aún se puede hacer un cine diferente a Avatar. De acuerdo que hay otros mundos. Pero el problema está aquí. O acá.
Ficha Técnica
- Dirección: Marcelo Piñeyro,
- Guion: Marcelo Piñeyro, Marcelo Figueras,
- Intérpretes: Juan Diego Botto, Ernesto Alterio, Leonardo Sbaraglia, Pablo Echarri, Gloria Carrá, Ana Celentano, Juana Viale,
- País: España/Argentina, 2010
- Fotografía: Alfredo Mayo
- Montaje: Juan Carlos Macías
- Música: Roque Baños
- Duración: 122 min.
- Público adecuado: Adultos
- Distribuidora: Alta Classic
- Estreno en España: 26.03.2010