Los asesinos de la luna

Los asesinos de la luna: Scorsese XXXL

· Crítica de Los asesinos de la luna | Estreno 20 de octubre de 2023.
· Le puede a Scorsese el manierismo, con la peculiaridad de que no ha habido un productor con arrestos para decirle que a la película le sobran 90 minutos.

Un libro de David Grann publicado en 2017 titulado Los asesinos de la luna: Petróleo, dinero, homicidio y la creación del FBI está debajo del guion de Martin Scorsese y Eric Roth. Cuenta los asesinatos de americanos de la tribu Osage en los años 20 del siglo XX en Oklahoma, donde habían sido recolocados y se hicieron ricos al aparecer petróleo en las tierras que el gobierno federal les asignó.

Grann es un periodista bregado en The New Republic y The New Yorker que ha visto llevados al cine varios de sus libros arreportajados: Z, la ciudad perdida (James Gray, 2016) y El viejo y la pistola (David Lowery, 2018). En ambos casos -como en la película que nos ocupa- los guiones son deficientes, tienen problemas para construir los personajes y lograr que tengan credibilidad y fuerza dramática.

Scorsese plantea una película de 3 horas y 36 minutos. Trabaja con una fotografía excelente de Rodrigo Prieto, con las bellísimas puesta en escena y vestuario de Jack Fisk y Jacqueline West (colaboradores asiduos de Terrence Malick). Los actores son muy buenos.

Pero el guion está crudo, no se ha trabajado suficientemente: disperso, discontinuo, epidérmico y caricaturesco en el dibujo y la evolución de personajes. Son tan tontos, tan elementales, tan miserables que resulta increíble que Molly se enamore de un patán despreciable como Ernest.

Así las cosas, Scorsese se vuelve a sentir cómodo en el basurero atestado de matarifes alfeñiques y perversos villanos sin escrúpulos pródigos en muecas, algo que resta mucho interés a sus historietas delictivas bajo la pancarta ya bien conocida: «América se ha construido con sangre y violencia».

Le puede de nuevo a Scorsese el manierismo, con la peculiaridad de que no ha habido un productor con arrestos para decirle que a la película le sobra hora y media de autocomplacencia, reiteraciones y rellenos que no aportan absolutamente nada. Cuando llega el estupendo final, el espectador puede haber contado varias veces las butacas de la sala, pensar en lo que ha comido y en lo que va a cenar, repasar los planes que quiere hacer en Navidad, Semana Santa y verano.

Parece que si es Scorsese, si sale DiCaprio y hace de garrulo, si De Niro repite sus muecas de toda la vida y aparece una actriz estupenda llamada Lily Gladstone es inevitable rendirse boca en tierra.

Pues va a ser que no. Esta película no me parece una de las mejores de Scorsese, por mucho que tenga momentos logrados, cosa lógica cuando montas 206 minutos.