Los edukadores

Los edukadores: Mala edukación

¿Qué pensaría usted, si un día entrase en su casa y se encontrase todo cambiado de lugar? La cama en la cocina, la televisión en la nevera y el sofá en la terraza. Esto es justamente a lo que se dedican los protagonistas de Los edukadores, sólo que ellos eligen bien la casa que van a desbaratar, tiene que ser la de un capitalista bien lucrado. Estos chicos, dos amigos y la novia de uno de ellos (no he visto nunca un triángulo amoroso con menos gracia que éste), no quieren robar, sólo asustar, por eso dejan siempre el mismo mensaje: «Sus días de abundancia han terminado, por aquí pasaron los edukadores».

Se trata de la segunda película del austriaco Hans Weingartner, que antes había rodado Das weisse Kauschen, también con el actor alemán de moda, Daniel Brühl (Good bye, Lenin). Rodada con cámara en mano -muy bien utilizada-, la película habla de cosas tan importantes e interesantes como las injusticias del sistema capitalista en el que vivimos, o la importancia de tener ideales en la juventud y mantenerlos en la vida adulta.

El problema es que el espectador pensará una y otra vez que por muy nobles que sean los fines de estos chicos, no hacen otra cosa que molestar al de al lado, asustarle, y si es necesario, secuestrarle, conductas más cercanas al terrorismo que a la rebeldía. Es una pena que el trabajo de unos grandes actores (especialmente Burghart Klaussner, que desde que aparece a mitad del metraje llena la pantalla) no consiga que ninguno de los momentos cómicos o entrañables (tiene unos cuantos con el rey de las finanzas volviendo a sus años de anarquista en mayo del 68 ) se vean a gusto: todo queda manchado por el lastre de un mensaje político nulo y bastante superado, con resabios de panfleto. Es ridículo querer ensalzar la postura de tres jóvenes que sólo saben protestar y luchar destruyendo en lugar de construir. Presente en Cannes 2004, pasó por el último Festival de Cine de Sevilla.