Los miserables: Un emocionante espectáculo

Los miserables de Tom Hooper | La adaptación de Los miserables a la pantalla grande es uno de los proyectos más esperados del año. Y tiene motivos para serlo. La monumental obra de Victor Hugo -más de 1.000 páginas- ha conocido múltiples adaptaciones a la pequeña pantalla, pero más que estas adaptaciones o que la propia novela, lo que hoy conocemos es el musical de Alain Boublil y Claude-Michel Schönberg, producido por el topoderoso Cameron Mackintosh que, a punto de cumplir 30 años sobre las tablas, ha batido todos los récords ima­ginables, desde nú­mero de espectadores, más de 60 millones, a representa­cio­nes ininterrumpidas. Es uno de los mu­sicales más queri­dos por el público (y menos valorado por críticos y puristas, to­do hay que decirlo).

No me voy a detener en más explicaciones porque imagi­no a más de un lector preguntando impaciente: ¿Y la adaptación es buena o mala? La respuesta es que Hooper ha en­tregado un magnífico espectáculo, un producto que entusiasmará a los seguidores del musical (para ellos está he­cho) y una película más que decente a la que los puristas de antes encontrarán muchos fallos.

Vayamos por partes, Tom Hooper es consciente de que no es­tá adaptando la obra de Victor Hugo, sino el musical de Mackintosh y rueda para ese público. Un público que espera cada una de las canciones y que mataría si una elipsis ocul­tara alguno de los temas. Al material que tanto valora ese público, Hooper añade dos valiosos elementos, por una par­te el guión de un peso pesado en la construcción dramática, William Nicholson (Tierras de penumbra y Gladiator), y, por otra, un magnífico reparto.

El guión ha respetado con absoluta fidelidad la hondura dra­mática del texto de Victor Hugo -presente en el musical- y ha introducido pequeñísimos cambios en el orden de al­gunas canciones que ayudan a entender mejor la historia y aportan dramatismo (no es lo mismo que Fantine cante I dreamed a dream cuando la echan de la fábrica, que después de prostituirse). También son “culpa” del guión las aco­taciones de puesta en escena que enriquecen algunos mo­mentos (el modo de terminar la película es solo un ejem­plo).

La segunda aportación de la película es un plantel de bue­nos actores que, además de cantar bastante bien, inter­pre­tan. De esta forma, lo que sobre el escenario es bello pe­ro hierático, aquí tiene más vida y lo que se pierde de ni­vel vocal (evidentemente los actores no son cantantes pro­fesionales) se gana en registro interpretativo. El esfuer­zo que les ha pedido Hooper a los actores -que cantan en di­recto mientras lloran, luchan o suben una montaña- ha me­recido la pena.

Esta versión es menos acabada que el mu­sical, hay temas que cantan con más acierto que otros (la presencia de la mú­­­sica para arropar a los actores es aún más importante que en el propio musical) y pasajes más o me­nos consegui­dos (por ejemplo, mientras en la primera par­te sobresale un Jack­­man mucho más solvente que Cro­we, en la segun­da Jack­­man pincha un poco y Crowe se re­cupera) pero es­to aña­­de realismo y veracidad al drama. En este capítulo, de todas formas, la palma se la lleva Anne Ha­­­­thaway: su in­terpretación es sencillamente desgarrado­ra.

¿Y las pegas? Pues además de las que se les encuentre al musical, Tom Hooper, como se pudo ver en The Damned United y El discurso del rey, es un director de actores y un maestro en el primer plano. Aquí borda las escenas intimis­tas -que son bastantes- donde encuentra el tempo exacto; sa­le airoso en las batallas, donde apuesta por rodar cámara en mano y con planos cerrados, pero se pierde en los planos abiertos y las grandes perspectivas. En estas escenas, que­dan patentes las limitaciones de Hooper, el cartón piedra y la falta de presupuesto.

A algunos, estos fallos les pueden sacar de la película, que se les puede hacer interminable. Otros espectadores, en­ganchados al compás de esta bella y honda historia dramática, tan bien interpretada, pasarán por alto las imperfecciones técnicas y disfrutarán de cada uno de los 137 mi­nutos. Y darán gracias al Cielo, a Hooper, a Mackintosh y a Victor Hugo por el espectáculo.

Quien esto escribe pertenece al agradecido segundo grupo.

Lo mejor: El I dreamed a dream de Anne Hathaway.

Lo peor: Hooper es un director intimista, se pierde en los planos abiertos.

Ficha Técnica

  • País: Reino Unido (Les misérables, 2012)
  • Fotografía: Danny Cohen
  • Montaje: Chris Dickens
  • Música: Claude-Michel Schönberg
  • Duración: 137 m. +16 años (VX-)
  • Distribuidora: Universal
  • Estreno: 25.12.2012
Suscríbete a la revista FilaSiete