Los tres mosqueteros: Milady

Los tres mosqueteros: Milady | La aventura continúa

· Crítica de Los tres mosqueteros: Milady | Estreno 26 de enero de 2024.
· Esta segunda entrega tiene más producción que la primera. Bourboulon, que dirigió la primera parte, aprovecha mejor los espacios y decorados y nos regala algunos planos épicos, como el ejército en marcha.

El año pasado vimos la nueva versión de la obra de Dumas con Los tres mosqueteros: D’Artagnan; fue una sorpresa agradable aunque tenía algún problema. La segunda entrega de esta miniserie evoluciona a mejor y resulta una película de aventuras canónica, grata de ver.

Los tres mosqueteros: Milady arranca exactamente donde terminó la primera entrega: con el secuestro de Constance y la captura de D’Artagnan. Los demás mosqueteros se dirigen con el resto del ejército a tomar la Rochelle, fortaleza de la costa, en manos de rebeldes protestantes a los que presta auxilio la flota inglesa. D’Artagnan está dividido entre su deber de mosquetero y las exigencias del corazón. La acción es incesante aunque las líneas de fondo son complejas: las guerras de religión en Francia y las artimañas de Richelieu y de la familia real francesa nos pillan un poco lejos. Pero no tiene importancia, se trata de seguir las aventuras de los mosqueteros y de verlos triunfar de sus enemigos.

Lo más destacable de esta segunda parte es el desarrollo de los personajes: aprendemos nuevos detalles de Athos -el conde de la Fere-, de su familia y de la tragedia que le marcó de por vida; nos presentan a la hermana de Aramis, personaje interesante que dará origen a las dos escenas más hilarantes de una película en la que no falta el humor. Porthos también tiene una salida que le sorprenderá a él mismo. En cuanto a D’Artagnan, dividido entre el amor y el deber, es más fiel al original de Dumas que otras versiones; valiente, leal y no demasiado brillante. Milady también se convierte en alguien más complejo e interesante que antes, aunque no sea el centro de la película.

Esta segunda entrega tiene más producción que la primera. Martin Bourboulon, que dirigió la primera parte, aprovecha mejor los espacios y decorados y nos regala algunos planos épicos, como el ejército en marcha. La fotografía es buena, los colores fríos, a tono con la época en la que transcurre la acción.

Los actores, ya conocidos en la primera parte, están realmente acertados. Es notable el esfuerzo por profundizar en sus personajes y no mantener el arquetipo que eran en la primera entrega y en la mayor parte de las realizaciones de esta historia. Comentario que vale también para Eva Green, Milady, que gana en humanidad, siendo siempre encantadora y peligrosa.

El final, abierto, promete una nueva entrega de esta historia.

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