· ma ma es una película muy sólida y, dentro de su género, tiene logros infrecuentes en el contexto de la filmografía española de temática similar.

ma ma: La vida no sigue igual, pero…

El realizador donostiarra escribe y dirige una cinta que es un tobogán emocional. En vez de destripar miserablemente la película (perdonen que insista, pero es asombroso lo que se hace en críticas, artículos, reportajes e incluso material promocional), me parece que al espectador que considera si va o no va a verla, lo que le ayuda es que alguien que sepa de del arte y el oficio de contar historias, le diga algo bien razonado de las claves, de los puntos fuertes y los débiles.

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Siento ser pesado: contar ma ma, es destrozar ma ma.

Sigo. Historias de tobogán o montaña rusa emocional hay muchas. La danesa Susanne Bier (que estrena una terrible película esta misma semana) tiene en su haber Después de la boda, uno de los mejores dramas extremos del cine reciente.

Medem y Penélope Cruz (reconoce el director que la actriz no sólo se ha empeñado en ser productora, sino que ha aportado bastantes matices al guion, específicamente en el ser y en el hacer de su personaje, Magda) se afanan en hacer atractivo y conmovedor el Tourmalet vital de una mujer que responde al dolor, a la pérdida, al infortunio con amor. A más dolor, más amor. Suena fuerte, en estos tiempos de estupidez, frivolidad banal y pornografía sentimental; suena fuerte, pero es lo que cuenta Medem.

Desarrollar un argumento así es complejo y arriesgado. Mucho. Medem lo hace bien, aunque en ocasiones reitere y haga algún grumo. Resulta un tanto simple (e injusto y poco profesional) resumir una película así con un perezoso y simplificador titular del estilo: «Penélope muy bien, Medem mal».

A mi juicio, la película es muy sólida y, dentro de su género, tiene logros infrecuentes en el contexto de las películas españolas de temática similar. Mencionaré uno: el retrato de un matrimonio donde él cree en Dios y reza; ella no. En medio, un niño al que intentan explicar las cosas. Todo se hace sin ridiculizar, sin grotescas caricaturas. Personas creíbles, personajes queribles.

La muerte, el cáncer, la maternidad, el matrimonio, la lealtad, la cobardía, el compromiso, el escapismo, la inmadurez están retratados con pericia y, en este caso, la pericia incluye no convertir la película en un dramón cansino y desanimante que no iría a ver ni el Tato.

Mucho tiene que ver con la amenidad del relato el formidable trabajo de Cruz y el acierto del resto de los actores (anda que no he conocido yo gente como el patético personaje del gran Alex Brendemühl…).

Medem y su equipo (la fotografía de Kiko de la Rica es sencillamente espectacular y el montaje de Medem, Aledo y Muñiz con esas elipsis, muy inteligente) se esfuerzan por hacer una película que guste, que pueda gustar a un público amplio.

Ver eso como un defecto es legítimo, pero no seré yo quien se lo reproche a un director que tiene algunas películas interesantes y otras que me parecen deleznables.

En ma ma, Medem no se aparta de los temas y esquemas dramáticos que siempre le han interesado, pero está claro que en su película hay una visión de la vida y de las relaciones humanas muy distinta a la de sus obras anteriores. La gente puede cambiar. Los directores de cine, que son gente, también.

Ficha Técnica

  • Fotografía: Kiko de la Rica
  • Montaje: Iván Aledo, J. Medem, Yago Muñiz
  • Música: Alberto Iglesias​
  • Duración: 111 min.
  • Publico adecuado: +16 años
  • Distribuidora: eOne
  • España, 2015
  • Estreno en España: 11.9.2015
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