Manderlay: Camino al desencanto

1933. Grace -la protagonista de Dogville, ahora interpretada por la joven Bryce Dallas Howard– viaja desde las Rocosas, al norte, hasta Alabama, al sur de EE.UU. Grace quiere hacer el bien a los demás, y trabaja en conseguirlo. En compañía de su padre y de su pequeño ejército de gánsters, se detiene en Manderlay, una plantación de algodón en la que los agricultores son esclavos negros. La esclavitud está ya fuera de la ley, y ni los propietarios ni los esclavos parecen saberlo. Grace, llena del furor de su buena voluntad, impone la libertad y castiga a los antiguos propietarios con el respaldo de los gánsters cedidos por su padre.

El desarrollo de la acción va mostrando, cada vez con más rigor y dureza, las consecuencias de esta nueva situación en Manderlay. Parece que la buena voluntad no lo es si su adalid está llena de ignorancia; parece que si la libertad es el estado mejor, la situación humana óptima, en la práctica sólo lo es si se ha elegido; parece que los hombres no siempre eligen el bien, prefieren una situación pésima para sí mismos; parece por fin que, si además de todo lo dicho, la buena voluntad de la que es guía y cabeza del bien y de la libertad adolece de prudencia y de inteligencia, las consecuencias son nefastas… Lo son para Grace, para los negros y para Manderlay y sus antiguos propietarios.

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Esto es lo que puede leerse (y mucho más, u otras cosas) en esta película de Lars von Trier de dos horas y veinte minutos. Aludo a su extensión para subrayar que este proceso hacia el desencanto es lento, y preciso el paulatino desvelarse de la maldad humana, de la complicada y retorcida maldad humana, cobarde y traidora.

Nos encontramos las ideas de frente y los hechos desnudos; como en Dogville, se ha evitado el realismo figurativo, y en el entorno de los personajes hay sólo luces que sugieren, y su colorido; escasos objetos simbólicos, ruidos descriptivos de cosas no presentes… La tarea de la dirección artística –Peter Grant– ha sido importante y valiosa, así como la del sonido, ya que no hay música. También el vestuario, de Manon Rasmussen. Y aunque cabría hablar de esquematismo o de linealidad abstracta, sin embargo los cuerpos humanos -y quizá por eso- adquieren una contundencia mayor y, así, mayor brutalidad es -y hasta innecesaria en este juego de sugerencias- la lujuria desnuda en una casi violación.

Para hacer Dogville Von Trier se inspiró en La ópera de la perra gorda, la obra de teatro escrita en 1928 por Bertolt Brecht y Kurt Weill. La inspiración de Manderlay es La historia de O de Pauline Réage, escrita en 1954.

Cámara al hombro, como es habitual en el código Dogma, se consigue una veracidad de teatro, es decir, una gran cercanía humana, una presencia de los personajes mucho más fuerte que la que consigue la tradicional técnica cinematográfica. Tal vez esta manera de rodar tiene a veces una, al menos una, consecuencia negativa, y es un cierto movimiento un tanto mareante en algunas ocasiones, lo cual ni es real ni abstracto, ni lineal, ni esencial…

Las interpretaciones son magistrales. Grace, que aquí es Bryce Dallas Howard, resulta de todo punto conmovedora. Y eficaz la presencia de su padre gángster, Willem Dafoe. La socarrona veteranía del viejo esclavo de la casa en Danny Glover, y la altivez en apariencia indómita del turbio joven negro Isaach de Bankolé.

Si en Bailar en la oscuridad y en Dogville dio Lars von Trier la impresión de ser un crítico mordaz e inmisericorde de eso que se entiende por defectos generales, graves, de la sociedad norteamericana, en Manderlay también da esa impresión. Pero quizá por alcanzar cotas de verdadera obra de arte cabe decir que, rota la anécdota espacio-temporal, su diagnóstico de la humana condición se hace universal.

En primavera de 2006, si no surgen imprevistos, se rodará Washington, la película que cerrará la trilogía americana del director danés, en principio con una nueva y tercera actriz que interprete a Grace. Podría ser la australiana Cate Blanchett, si Von Trier acepta la sugerencia que le hizo Lauren Bacall.

Ficha Técnica

  • País: Dinamarca, 2005
  • Fotografía: Anthony Dod Mantle
  • Montaje: Molly Malene Stensgaard
  • Sonido: Kristian Eidnes Andersen, Per Streit
  • Distribuidora: Golem
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