Más allá de la vida: Eastwood se atreve con todo
No es la mejor película de Clint Eastwood ni de Peter Morgan, pero Más allá de la vida supone uno de los retratos más honestos sobre el anhelo de trascender a la muerte que ha dado el cine.
Clint Eastwood cumplió 80 añazos el pasado mes de mayo y lo ha “celebrado” con Más allá de la vida, una película en la que demuestra una vez más que no está dispuesto a amilanarse y dejarse llevar por la comodidad. Al realizador nacido en San Francisco se le acusa de ser excesivamente clásico. En lo formal puede ser, pero lo cierto es que desde Mystic river, Eastwood no ha hecho más que tomar riesgos. Recuerden sino la temática de Million dollar baby, Cartas desde Iwo Jima o Gran Torino. En su nuevo film se asoma a la vida después de la muerte. Si eso no es valentía en un hombre octogenario, que venga Dios y lo vea.
La película cuenta las historias de tres personas afectadas por la mortalidad de diferente manera. Por un lado, está George Lonegan (Matt Damon, muy bien, como siempre), un americano sencillo que siente como una maldición un poder adquirido para comunicarse con los muertos. Luego está Marie LeLay (Cécile de France), una periodista francesa a la que sobrevivir al tsunami del Índico le cambia la percepción que tiene de la vida. Y por último tenemos a Marcus (Frankie McClaren), un muchacho inglés que se siente completamente perdido al quedarse sin su ser más querido.
El libreto de Más allá de la vida es del británico Peter Morgan (The queen, El desafío: Frost contra Nixon), uno de los guionistas más importantes y brillantes del panorama cinematográfico actual. Sería pues casi de ingenuos no esperar que el resultado del tándem que forma con Clint Eastwood no fuese algo cercano a la obra maestra. Tan altas expectativas lastran al film que se queda algo lejos de las mejores obras tanto del realizador como del guionista, aunque no por ello hay que desdeñarla, ni mucho menos, ya que tiene una entidad incuestionable y numerosísimos aspectos a rescatar y destacar.
El principal problema que presenta la película son unas caídas de ritmo brutales. Hay demasiadas fluctuaciones, relleno y concesiones a lo lacrimógeno (especialmente en la historia del niño) para que pueda llegar al sobresaliente. Problemas, por otra parte, bastante recurrentes en este tipo de cintas con historias independientes y un nexo en común que se acaban entrecruzando al final. Pese a que Hollywood ha repetido en numerosas ocasiones esta fórmula en los últimos tiempos, lo cierto es que raras veces funciona.
Por otro lado, el film trata con enorme fuerza, honestidad e inteligencia uno de los temas más difíciles de abordar en el cine. No hay una posición clara ni un punto de vista religioso determinado sobre la vida después de la muerte, pero sí hay una reivindicación poderosa sobre su anhelo, sobre la búsqueda de respuestas y, especialmente, sobre la necesidad espiritual en un mundo que cada vez intenta rechazar con más fuerza todo lo que tenga que ver con ello. Y todo proviene de un guionista que se declara ateo. Ateo, sí, pero inteligente, en el mejor sentido de la palabra.
Mención aparte merece la secuencia del tsunami: arrolladora, espectacular e impecablemente rodada. Una prueba más de que Eastwood se atreve con todo.
Ficha Técnica
- Dirección: Clint Eastwood,
- Guion: Peter Morgan,
- Intérpretes: Matt Damon, Richard Kind, Thierry Neuvic, Bryce Dallas Howard, Frankie McClaren, Jay Mohr, Cécile de France, Cyndi Mayo, Lisa Griffiths,
- Fotografía: Tom Stern
- Montaje: Joel Cox, Gary Roach
- Música: C. Eastwood
- País: EE.UU.
- Año: 2010
- Duración: 129 m.
- Público adecuado: +16 años
- Distribuidora: Warner
- Estreno: 21.1.2011
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