Más allá del tiempo

Más allá del tiempo: Relación a destiempo

Cuando veo películas como ésta no puedo evitar preguntarme de quién ha sido la culpa. Me ocurre cuando la ridiculez llega al punto de hacerme sentir vergüenza ajena. Pero si, además, se trata de una producción mediocre, pues apaga y vámonos. Pero mi intención no es ponerme a buscar culpables, que tampoco es plan, sino procurar dar un poco de luz o de lucidez al asunto.

Más allá del tiempo -basada en la novela de Audrey Neffnegger– cuenta la historia de amor entre un hombre con una alteración genética que le hace viajar en el tiempo, y una mujer que soporta, con más o menos paciencia y sumisión, sus paranormales «escapadas». Con esta premisa, el que fue guionista de Ghost ha construido un guión insípido e insostenible, que da lugar a una trama redundante en la que nunca pasa nada y, cuando pasa, a uno le entra la risa en los momentos en que se supone que tenía que llorar (atención al disparo del final).

El desarrollo de los personajes tampoco está conseguido. Eric Bana (Star Trek) y Rachel McAdams (El diario de Noa) pueden tener eso que se suele llamar «química», pero lo cierto es que sus personajes están vacíos, y en ningún momento se llega a profundizar en lo que supuestamente les une «más allá del tiempo». Y eso por no mencionar a los secundarios, cuya aparición es casi un simple relleno para dar respiro a los protagonistas. Por eso, aunque la interpretación sea buena, todos los actores juntos no logran redimir un guión fallido. Y lo mismo ocurre con los efectos visuales.

En fin, si algo se puede concluir de este curioso «remix» entre romance, drama y ciencia ficción, es que de donde no hay, no se puede sacar.

▲ Los efectos visuales.

▼ El absurdo guión.